MADRID 5 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un estudio elaborado por la Cátedra Española de Seguridad Vial y Movilidad del Instituto Internacional de Ciencias Políticas ha analizado la irrupción de las bicicletas en las ciudades y su impacto en los niveles de seguridad vial registrados. A su juicio, existe permisividad en la normativa con este vehículo, cuando circulan en las ciudades.
Así, ha destacado que se les permite desplazarse por aceras y zonas peatonales, efectuando maniobras arriesgadas, con peligro de atropello de peatones, circulando en grupos, sin casco o con auriculares, lo que , a su juicio, genera situaciones de riesgo que hay que controlar.
La Cátedra considera que la bicicleta es un elemento clave para una movilidad sostenible en las ciudades, pero que "su uso ha derivado en prácticas que no son aceptables para la seguridad".
Por ello, propone diferentes modificaciones en las leyes actuales, como que el ciclista debe observar en la vía pública todas las normas del Reglamento General de la Circulación, en especial: pasos de peatones, regulados o no por semáforos; señales de Stop, Ceda el Paso, direcciones o sentidos prohibidos o prioridad del peatón en aceras con carriles ciclistas, entre otras.
Del mismo modo, y por razones de seguridad jurídica, consideran necesaria la exigencia de número de ciclista, una especie de matrícula, que podría portar el usuario con visibilidad suficiente en el dorsal del chaleco obligatorio o casco. También considera recomendable la existencia de un seguro obligatorio ad hoc.
Por la gravedad potencial de los eventuales accidentes, en especial, atropellos de peatones, también aconsejan establecer límites de velocidad medibles y verificables si se opta por la convivencia de peatones y ciclistas en algunas aceras y zonas peatonales.
En este sentido, se sugiere habilitar aceras y zonas peatonales para el tráfico rodado de ciclos y otros vehículos de tracción mecánico-eléctrica, salvo los usados con personas con discapacidad.
En casos muy excepcionales, la Cátedra considera habilitar el tráfico rodado de bicicletas, en aceras o zonas peatonales, pero que estén suficientemente señalizados de manera que el ciclista sepa cuándo puede y debe dejar de circular, debiéndose bajar del ciclo y llevarlo de la mano hasta que pueda usarlo de nuevo.
En lo referente a la utilización del casco como elemento de autoprotección por parte de los ciclistas, deberían, a su juicio, ser obligatorio para todos, también en vías urbanas. En su opinión, exigirlo sólo para los niños, traslada a los menores una incoherencia desde el punto de vista educativo, al observar que los mayores no se ven concernidos por la misma medida.