GRANADA, 25 Ene. (EUROPA PRESS) -
El jurado popular que desde este viernes delibera sobre el caso de Ana María P.H., la mujer de 50 años y nacionalidad cubana que enjuiciada en la Audiencia de Granada acusada de asesinar a su marido en Guadix (Granada) estrangulándolo con una cinta negra, ha declarado a la procesada no culpable.
Así lo han dado a conocer en la tarde de este sábado en su veredicto los nueve miembros que componían el jurado popular encargado de enjuiciar del caso, según han informado a Europa Press fuentes del caso, que han indicado que la mujer ha sido declarada no culpable por una mayoría de cinco miembros del jurado. De esta manera, han estimado los informes de los psicólogos que alegaban al "miedo insuperable" que padecía la mujer.
La acusada se enfrentaba a una pena de 20 años de cárcel por un delito de asesinato, con la circunstancia agravante de parentesco y la atenuante de confesión, puesto que fue a entregarse a la mañana siguiente de lo ocurrido a la Guardia Civil.
Fue este viernes cuando el magistrado-presidente del tribunal del jurado entregó a sus nueve integrantes el objeto del veredicto, de manera que entonces el juicio se ha resuelto este sábado con la no culpabilidad de la procesada.
Así las cosas, la Fiscalía de Granada mantuvo hasta la última jornada del juicio su petición de 20 años de prisión para la mujer, igual que las dos acusaciones particulares, que representan a los hijos y los hermanos del fallecido, que también reiteraron su solicitud de 20 años de prisión.
Sin embargo, de acuerdo con el Ministerio Público, las tres partes modificaron su relato de cómo sucedieron los hechos retirando que la mujer practicara rituales de santería, que usara ansiolíticos para dormir al esposo, y reconociendo que era una mujer maltratada.
La defensa, por su parte, pidió ante el jurado popular la libre absolución de la procesada, Ana María P.H., con las eximentes de legítima defensa y miedo insuperable.
La mujer hizo uso de su derecho a la última palabra en la última jornada de juicio, y pidió perdón a los familiares de su esposo por el daño que ha podido causarles, aunque insistiendo en el maltrato del que era víctima, y que nunca recibió ayuda por ello.
ELLA ASEGURA QUE SE DEFENDIÓ
En la primera sesión del juicio, el pasado lunes, la mujer afirmó que solo se defendió de él, que durante años había sido víctima de su maltrato psicológico, y que su marido le retenía su pasaporte y su documentación y que la mantenía "siempre encerrada".
Según dijo respondiendo solo a preguntas de su abogado --puesto que acogió a su derecho de no responder a las de las acusaciones--, los episodios de maltrato ya comenzaron en Cuba, donde se casaron, pero se agravaron cuando los dos se trasladaron a vivir a Guadix (Granada).
Una vez en la provincia de Granada, su marido le retiró el teléfono móvil y le negó el uso de Internet, y solo le permitía hablar con su familia con el altavoz puesto, para escuchar la conversación. "Jamás en mi vida salí sola, viví tres años encima de una pastelería, y nunca pude comprar ni un bollo", mantuvo la inculpada, quien ya quería divorciarse de su esposo y regresar a su país.
El día de los hechos que se le atribuyen, el 25 de agosto de 2011, explicó que estuvieron discutiendo porque la relación era "insostenible". Él se marchó por la mañana del domicilio dejándola nuevamente "encerrada", y, según ha indicado, volvió sobre las 13,30 horas. Entonces, retomaron las discusiones y las "ofensas" y él le llegó a amenazar --como, según ha dicho, ya había hecho anteriormente-- y ella le dijo que iba a contar a su familia que le había visto manoseando a su sobrina de nueve años, que eso no se lo iba a callar, como otras cosas.
Entonces, según la mujer, comenzó a agredirla, y le cogió por el cuello asegurando que le iba a poner "punto y final" a aquello. El marido, según la acusada, estaba "muy alterado", por lo que le echó "cinco o seis pastillas" de ansiolíticos en el café, aunque no con el fin de "hacerle daño", pero su nivel de "agresividad" no disminuyó.
Según explicó ante el tribunal, continuó ofendiéndola, y amenazándola de muerte, mientras la mantenía encerrada, con la puerta echada con llave, y apareció con una cinta en la mano asegurando que le iba a poner "punto y final".
Entonces, ella le dio un mordisco en el brazo y una patada en los testículos y, con esa misma cinta, le apretó en el cuello hasta "que ya no se movió más". La mujer señaló que se sentó a llorar y a gritar, y que "nunca" quiso "hacerle daño", y que fue al día siguiente cuando le comunicó a una de las hermanas de su marido que "lo había matado" y que quería entregarse a la Guardia Civil.
ACUSACIÓN DE LA FISCALÍA
Según consta en el escrito de acusación provisional del Ministerio Público, al que ha tenido acceso Europa Press, la mujer contrajo matrimonio en octubre de 2008 con su esposo, al que había conocido dos meses antes en Cuba. Desde el mes de marzo de 2009 el matrimonio convivía en Guadix, pero la relación conyugal estaba muy deteriorada, y eran continuos los enfrentamientos y discusiones, hasta tal punto que el hombre tomó la decisión de presentar demanda de divorcio en septiembre de 2011.
En ese contexto, en la tarde del 25 de agosto de 2011, cuando ambos se encontraban en el domicilio familiar, se produjo una nueva discusión que propiciara que la procesada decidiera matar a su esposo.
Cuando el marido se encontraban en el dormitorio común, la inculpada, "de manera sorpresiva y con ánimo de darle muerte", le ató al cuello desde atrás una cinta negra similar a una corbata previamente preparada para tal fin, y la apretó hasta que el hombre, "con las posibilidades de defensa aminoradas debido al letargo en que se encontraba", murió estrangulado.
Como consecuencia del estrangulamiento, la víctima presentaba diversas lesiones en el cuello, además de otras contusiones y hematomas, como la mejilla, a nivel de piel del escroto, erosiones en piernas y codos y sufusiones hemorrágicas. En el momento de su fallecimiento, el hombre presentaba 0,15 mg/litro de lorazepam en contenido gástrico y 0,25 g/litro de alcohol etílico en sangre.
Por otra parte, la mujer presentaba lesiones después de haber forcejeado con su víctima, como hematomas, erosiones en los brazos o en las cervicales. Después de haber matado a su marido, la acusada realizó varias llamadas a Cuba desde el teléfono móvil de él, y posteriormente lo ocultó en el interior de una impresora tras borrar todas las llamadas.
A la mañana siguiente, la mujer reconoció de forma espontánea ante agentes de la Guardia Civil haber sido la autora del crimen después de haber dado aviso ella misma de lo sucedido a la hermana del fallecido, y fue inmediatamente detenida.