La reunión del Papa y Kirill de Moscú, primer paso para un viaje de Francisco a Rusia

Actualizado: jueves, 11 febrero 2016 14:02


ROMA, 11 Feb. (EUROPA PRESS) -

El encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca Kirill de Moscú, que tendrá lugar el próximo 12 de febrero en La Habana (Cuba) podría convertirse en el primer paso para un viaje del Pontífice a Rusia, en el marco de un camino para romper la distancia que separa a las Iglesias de Oriente y Occidente desde que en el año 1054 se produjera el Gran Cisma, en el que se excomulgaron mutuamente.

El experto en ecumenismo de la Universidad de Navarra, José Ramón Villar, ha explicado a Europa Press que es un paso "importantísimo" dentro de un proceso a medio-largo plazo para reconciliar a ambas iglesias. Y aunque considera que sería aún más significativo si se produjese en tierra rusa, no descarta que el Papa viaje dentro de poco al país.

"Creo que sí es un primer paso para una posible visita futura del Papa a Rusia. Es preparar un poco los ánimos y la sensibilidad del mundo ortodoxo ruso que ante la Iglesia católica siempre ha tenido sus reservas, una cierta distancia", precisa.

Sobre el escenario del encuentro, Cuba, el experto apunta que han elegido un lugar neutral para facilitar el diálogo. Además, recuerda que los cubanos están agradecidos con el Papa Francisco por su mediación para el acercamiento entre Cuba y EEUU. "Parece haber sido un plan muy bien pensado para encontrar un lugar neutral", subraya.

En cuanto al contenido de la declaración que firmarán ambos primados, Villar adelanta que, seguramente, se tratará de un escrito en el cual manifestarán "la armonía y la buena disposición para seguir caminando juntos en la búsqueda de la unidad" y mencionarán la persecución religiosa en Oriente Medio que afecta tanto a católicos como a ortodoxos.

En todo caso, el experto recuerda que las relaciones no cambiarán "de la noche a la mañana" pues, precisamente, los predecesores de Francisco, Juan Pablo II y Benedicto XVI ya intentaron un acercamiento a la Iglesia Ortodoxa Rusa. "Con el tiempo veremos los efectos", insiste.

Este encuentro también podría tener una repercusión en el Concilio Panortodoxo que por primera vez en mil años reunirá a los primados de las Iglesias Ortodoxas bizantinas el próximo mes de junio en Creta, y en el que el Patriarca Kirill podría transmitir algún mensaje del Papa Francisco, según prevé Villar.

LAS CAUSAS DEL CISMA

No obstante, el experto considera que se necesitará tiempo para avanzar en el acercamiento de dos iglesias que permanecen separadas formalmente desde 1054, cuando se produjo el gran Cisma al que subyacen no solo factores religiosos sino también políticos que dieron lugar a reticencias y sospechas por parte del cristianismo oriental bizantino.

"Es imposible entender la separación sin la comprensión del imperio romano. El imperio bizantino se entendía a sí mismo como heredero del imperio romano. El imperio bizantino en Constantinopla va cayendo en la decadencia, va siendo sustituido por el imperio occidental romano germánico, con Carlomagno, y los bizantinos se sienten sustituidos", detalla Villar.

Posteriormente, el distanciamiento se fue agudizando, por ejemplo, cuando los latinos entraron en Constantinopla e instalaron una jerarquía latina. "Hay heridas en la memoria histórica de los ortodoxos, especialmente en Constantinopla que han agudizado la ruptura", añade.

A estas causas hay que sumar otras cuestiones de mentalidad, de cultura, de tradición y de disciplina que marcan diferencias entre católicos y ortodoxos, pero que, según puntualiza el experto, son perfectamente legítimas y no deberían afectar a la unidad.

ACERCAMIENTO EN EL SIGLO XX

El profesor de Derecho Canónico Oriental de la Universidad de Navarra, Emilio Forte, explica a Europa Press que el diálogo con las Iglesias ortodoxas de tradición bizantina, siriaca y eslava se inició oficialmente en 1980 y que los primeros pasos importantes se dieron ya durante el Concilio, como la cancelación de la memoria de la Iglesia de las excomuniones recíprocas del año 1054, en el penúltimo día del Concilio.

Sobre esas bases fue posible reanudar algunas formas de comunión eclesial del primer milenio, según apunta el experto, como: el intercambio de visitas y mensajes entre el Papa y los Patriarcas; la cordial convivencia y colaboración en muchas Iglesias locales; o la concesión para uso litúrgico de edificios de culto por parte de la Iglesia católica a cristianos ortodoxos que viven en la diáspora, como signo de hospitalidad y de comunión.

Sin embargo, el cambio político de 1989-1990 vino a complicar las relaciones, pues la vuelta de las Iglesias católicas orientales a la vida pública, después de años de brutales persecuciones y de resistencia pagada incluso con la muerte, fue vista por las Iglesias ortodoxas como amenaza de un nuevo "uniatismo" --que se refiere a los católicos de rito oriental que han vuelto a la comunión con Roma, frente a la Iglesia ortodoxa que depende de Moscú--.

Así, en la década de 1990, a pesar de las importantes aclaraciones que se hicieron en los encuentros de Balamand (1993) y Baltimore (2000), el diálogo teológico se estancó y la situación de crisis se agudizó sobre todo en las relaciones con la Iglesia ortodoxa rusa después de la erección canónica de cuatro diócesis en Rusia el año 2002.

En cualquier caso, después de muchos esfuerzos, en el año 2007 fue posible reanudar el diálogo y, desde entonces, se han mantenido numerosos encuentros a diferentes niveles, entre los que se encuentran la visita del entonces Patriarca de Moscú Alexis II a Estrasburgo y París en 2008 o la primera visita oficial a Rusia del presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con el propio patriarca Kirill de Moscú.

En un comunicado publicado tras la reunión, el Patriarcado de Moscú afirmó que "a pesar de las diferencias teológicas, las dos Iglesias pueden acercarse en una cooperación más estrecha en aquellos ámbitos en los que sus posturas coinciden, es decir, en la defensa de los valores cristianos tradicionales en Europa, la defensa de la posición cristiana en el terreno socio-económico, en la ética de la investigación científica y en la bioética".

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