¿Somos realmente libres?


Actualizado: jueves, 14 diciembre 2017 11:45

MADRID, 13 Nov. (EUROPA PRESS) -

¿Qué es la libertad? Si preguntas a tu alrededor recibes diversas opiniones: "Poder elegir entre diversas opciones", "Hacer lo que me da la gana", "Que nadie te diga lo que tienes que hacer", "Elegir mi propia forma de actuar", "Un derecho humano básico".

El ser humano es libre y busca la libertad. Así  y ha quedado recogido a lo largo de la historia, en el cine, en la música y en la literatura.

Don Quijote decía a Sancho: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra y el mar encubre; por libertad así como por la honra, se puede aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres".

Solemos considerar que la libertad consiste en elegir de entre todas las posibilidades, la que más nos conviene: a qué nos vamos a dedicar, cuál va a ser nuestro proyecto vital o dónde vamos a vivir.

Sin embargo, no siempre se puede elegir, pues también nos vienen dados aspectos que no podemos escoger: el temperamento, el físico, la familia e incluso las situaciones difíciles de la vida.

Aún con tantas adversidades, percibimos que hay algo en nosotros que trasciende esas limitaciones y que nos permite sentirnos libres. Así lo explicaba Mandela, Frankl o tantas personas que conoces con problemas y limitaciones que parecen coartar su libertad.

Ante estas situaciones que nunca elegirías y te hacen sufrir, puedes reaccionar y responder. No estás determinado por lo primero "que te salga" sino que además puedes elaborar una respuesta en la que tú estés presente y decidas.

Rebelarte suele ser la primera reacción psicológica y espontánea frente al sufrimiento, inevitable ante circunstancias dolorosas. Seguramente has experimentado esta sensación ante situaciones que no te gustaban y tu impulso primario era de rabia, despotricar o reivindicar.

¡Qué bueno que te rebeles!, te estás llamando la atención sobre algo que no funciona. Ahora podrás seguir hacia adelante gracias a tu lucha.

Resignarte sería un segundo escalón en el abordaje de lo que no hemos elegido: "esto es lo que hay, ajo y agua". Puede parecer que resignación es una palabra que no es del "país de la libertad".

Sin embargo para poder cambiar es necesario conocer "lo que hay". Así, la resignación puede convertirse en el punto de partida hacia el cambio, una "resignación temporal".

Tras hacer las paces con la realidad, puedes seguir subiendo escalones en la reconquista de tu libertad. Puedes comenzar a trabajar la aceptación de ti:  "Mi cuerpo, mis sentimientos, pensamientos, deseos, conductas, hábitos, etc., son parte de mí, independientemente de que algunos me gusten y otros no. Solo por ser míos merecen aprecio".

Es fácil escribir esto y muy difícil hacerlo, sobre todo cuando el sufrimiento es grande. Tú sabes cuáles son tus anhelos y lo que te apasiona, cómo te gustaría ser, qué quieres cambiar.

Sí que puedes realizar tareas sencillas como escuchar a tu corazón y no escandalizarte de lo que te cuente, ser amable y paciente contigo mismo, tener un diálogo interno optimista que te mande mensajes de crecimiento para hacer un plan de cambio.

La aceptación es el primer paso hacia la libertad. No resuelve nuestra vida, pero nos ayuda a elaborar una respuesta ¿Dónde estoy? ¿Dónde me gustaría estar? Nos pone en actitud de vivirla. Y es que la vida se explica o se vive.

Cuánta razón tenía William Wallace cuando motivaba a sus soldados escoceses antes de la batalla contra los ingleses: "Puede que nos quiten la vida pero jamás nos quitarán la libertad".

María Contreras
Psicóloga