Foto: MARINA GARCÍA
Por Marina García
No haga caso de lo que haya leído por ahí, nada del mes de mayo. Este año, la Feria de Sevilla comienza el 35 y termina el 41 de abril. O por lo menos, esa parece ser la versión oficial en la que se han puesto de acuerdo los sevillanos, que parecen haber decidido que celebrar la Feria de Abril en mayo no les sale a cuenta. Y a seguir vigilando el termómetro, que estos días no da tregua.
Esta fiesta, que junto con la Semana Santa es el eje principal de las fiestas de primavera en la capital andaluza, es algo más compleja que un traje de lunares y una copa de manzanilla. Es la voluntad de vivir durante una semana en un recinto de unos 275.000 metros cuadrados, el Real de la Feria.
Para ser rigurosos, habrá que decir que la Feria de Abril comenzó de forma oficial a las doce de la noche del lunes de 'pescaíto', el 5 de mayo, tras el 'alumbrao'. Esto no es más que el encendido de las luces que adornan la portada que da acceso al Real y de sus calles. Todo esto después de la cena a base de pescado frito, de ahí el nombre, que celebran los socios miembros de cada caseta.
BUENAS PERSPECTIVAS PARA TODA LA SEMANA.
Esta Feria de Abril-Mayo encara el fin de semana con buenas perspectivas, si bien con mucho calor, con máximas superiores a los 30 grados que debajo de una caseta de lona a veces se hacen difíciles de llevar. De hecho no es raro oír: "como esto siga así el viernes me voy a la playa".
Los hoteleros sevillanos esperan alcanzar durante la semana una ocupación media en torno al 80%, mientras que el Ayuntamiento va más allá y estima que para este fin de semana se rondará el 90%.
Y son precisamente estas buenas perspectivas las que han motivado el retraso del comienzo de la Feria, muy contestado por otro lado, que como recordaba el delegado municipal de Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, ha venido a petición del sector turístico, que quería separarla del puente de mayo.
Son muchos los que desde diferentes puntos de España, visitarán estos días el recinto formado por 1.049 casetas y 402 atracciones para el público infantil, e iluminado por 236.000 bombillas. De ellas, 24.000 están en la portada, que cada año cambia de diseño. En esta edición se rinde homenaje a los quioscos de agua, que a finales del siglo XIX estaban repartidos por toda la ciudad.
TRAJE DE FLAMENCA PARA ELLAS, CHAQUETA PARA ELLOS.
Pero fiesta, como todas, tiene mitos que la acompañan. A saber: que es festivo toda la semana, y que la feria es inaccesible al de fuera. No solo no es festivo, sino que está en el espíritu de muchos aparecer en la oficina a la mañana siguiente con el cuerpo de fiesta de la noche anterior.
Y lo más importante, la Feria no es inaccesible al de fuera sino que tiene mucho que mostrarle. Media mañana es una buena hora para aparecer por el Real, si se anima a vestirse de flamenca mejor. Para ellos se reserva la formalidad de una chaqueta, y en algunas casetas hasta se exige corbata. Quizás a última hora del día, esa chaqueta que antes era oscura, acabe más bien parda por el polvo del albero que tamiza todo el suelo del Real.
El traje de flamenca, quizás de las pocas prendas que queden que se hagan a medida, también tiene su protocolo, desde elegir la tela y el diseño, a los complementos y adornos. Por supuesto también está la opción de comprar un diseño ya listo para usar, y a todos los precios.
UNA JORNADA EN EL REAL.
Lo siguiente, es buscar una caseta en la que refugiarse, y donde se pasa la mayor parte del tiempo, reuniones de amigos y familia en torno a la música y el baile, la comida y la manzanilla. Las hay familiares, de entidades, municipales, de servicio y de distrito. Gran parte de ellas son privadas y en las que algún socio habrá de facilitarle el acceso. Pero otras tantas son de acceso público y a las que está invitado.
Coja sitio cerca de la puerta. Acomodados y con una botella de manzanilla bien fría, de las miles que se consumirán esta semana, dispóngase a admirar el paseo de caballos. Cerca de 1.440 carruajes, debidamente matriculados para la ocasión, que desfilan por las calles del Real desde las doce de la mañana hasta las ocho y media de la tarde, en un ejercicio propio de ver y de ser visto.
Cuando anochezca y baje el sol y el calor, será cuando se enciendan los miles de farolillos, envolturas de colorido papel que en torno a las bombillas y sirviéndonos del tópico, dan ese color especial. No se retire aún, si se encuentra algo perdido eche mano del 2.0 y descárguese la aplicación para móviles que ha creado el Ayuntamiento de Sevilla, mapas, direcciones, las casetas, curiosidades, e historia entre el variado contenido.
Cuando el día ya pesa, y los pies molestan, llega la hora de retirarse. Pero no sin antes pasar por los puestos de las 'buñueleras', mujeres que con sus blancos delantales y al grito de ¡buñuelo y azúcar!, le dan ese manjar y una buena taza de chocolate que le pondrá en camino hacia el descanso. Y así hasta mañana, hasta el año que viene, y hasta que cuerpo aguante.