Foto: ARTIFICIS
Por Marina García
Su llegada fue una sorpresa para los vecinos de la calle Roque Rojas, en Úbeda. Enterrada bajo los cimientos de las casas que se construyeron encima, la Sinagoga del Agua dormía tranquila hasta que 'accidentalmente' en 2007, una intervención inmobiliaria devolvió la luz a este lugar. Esta edificación se une a todo el bagaje turístico de la ciudad jienense de Úbeda, Patrimonio de la Humanidad, que acostumbrada a palacios, conventos e iglesias ha sabido hacer un hueco a este singular descubrimiento.
Tras celebrar hace escasamente una semana el cuarto aniversario de su apertura, este espacio ahora es un escenario perfecto para el encuentro de la cultura judía en España, para escuchar entre los sillares de piedra de sus muros conciertos de música medieval, o con un toque mucho más romántico, para la celebración de la primera boda por el rito judío que esas paredes han visto en siglos.
EL DESCUBRIMIENTO
En 2007 la idea original de Francisco Crespo, empresario y propietario del edificio, era construir unos apartamentos turísticos en pleno centro histórico de Úbeda. Pero todo quedó en el aire cuando lo que parecían ser los restos de una sinagoga del siglo XIV salieron a la luz. Un lugar que transporta a su visitante a los vestigios de la cultura judía que existió en la Andalucía medieval.
No existe documentación histórica que haga referencia a la existencia de esta sinagoga dentro del patrimonio judaico de Úbeda, o papel alguno que hable de cuándo se edificó o cuándo dejó de utilizarse como tal. Ni siquiera cuenta todavía con un certificado arqueológico oficial en su haber.
Pero lo cierto es que tras las obras de rehabilitación que concluyeron en 2010 con la apertura al público, se descubrió una sinagoga dividida en siete salas y con muchos detalles perfectamente conservados. De ellos, el que podría ser el más relevante y del que toma nombre es el Mikvéh o Baño Ritual, fundamental para el rito judío.
LA VISITA A LA SINAGOGA
El recorrido con guía comienza en el número dos de la calle Roque Rojas, donde Úbeda despliegas sus callejuelas. Andrea Pezzini es el director general de ArtificiS Turística, empresa dedicada a los servicios turísticos y gestión del patrimonio que actualmente se encarga de la explotación turística del edificio. "Todo ha sido conservado y puesto en valor desde la iniciativa privada, y nos llena de satisfacción ver como un lugar todavía poco conocido, ya está siendo un referente y el motivo por el que muchos visitantes llegan a Úbeda", explica Pezzini.
La visita empieza, quizás por una ironía de la historia, en la Sala del Inquisidor. Esta debe su nombre a la vivienda contigua que históricamente se conoce como la 'Casa del Inquisidor' por el escudo del Santo Oficio que conserva su fachada. Resulta extraño encontrar la sala decorada con los símbolos cristianos del siglo XV que narran la expulsión de los judíos. Esta sala junto con el patio, la bodega y los hornos eran probablemente las estancias del rabino de la sinagoga.
Prosiga su visita y pase al patio porticado que hace de antesala de la sinagoga, fíjese bien y busque las dos columnas originales que se conservan, con el capitel en forma de hoja de palmera que con sus siete ramas simbolizan la 'menorah' judía (el candelabro de siete brazos).
Desde el patio accedemos al recinto de la sinagoga por la sugerente Puerta del Alma, original del edificio. Un espacio austero y con paredes de piedra clara, dividido por dos arcos, que a un nivel inferior al de la calle permite retraerse al viajero siglos atrás. En su extremo izquierdo, cuatro arcadas sujetan la galería reservada a mujeres y niños para que observaran sin ser vistos.
En esta sala siete pozos comunicados entre sí siembran el suelo. Las estancias están decoradas con diferentes piezas históricas y artísticas de la cultura judaica, unas de colecciones privadas y otras descubiertas durante la rehabilitación.
EL MIKVÉH, BAÑO RITUAL
En lo más profundo de la excavación creyeron encontrar otra antigua bodega, pero lo que apareció fue el Mikvéh o espacio reservado al baño ritual o de purificación. Se accede a esta sala por una escalera excavada en la roca hasta una pequeña habitación de piedra abovedada, con una especie de cisterna o bañera muy profunda en el centro. Lúgubre y algo místico, está construido directamente en la roca porque a través de esta y durante siglos el agua ha fluido limpia y transparente renovándose cada día. Condición imprescindible para la cultura judía y sus ritos religiosos.
Es aquí donde cada 21 de junio, durante el solsticio de verano se produce un acontecimiento único. A las nueve de la mañana el sol comienza a trepar por la puerta de luces de la sinagoga hasta alcanzar un ventanuco que está al final de la sala. Cuando llega al punto justo los rayos del sol se proyectan de forma directa sobre el agua del Mikvéh y lo inundan de luz.
Debido a lo pequeño de la sala este fenómeno solo puede ser contemplado por unos pocos y durante pocos días. Desde ArtificiS avisan, ya está todo reservado para el 21 de junio y solo quedan algunos huecos para las demás citas.
EL PRESENTE DE LA SINAGOGA
Hoy este espacio único sirve como lugar para la cultura. Desde la dirección y gestión de la Sinagoga del Agua explican que entre sus actividades cuentan con conciertos de música sefardí, festivales de música medieval, presentaciones de libros, y como no, conmemoraciones y conferencias sobre la cultura y las fiestas judías. Quizás el mejor exponente de la vuelta a la vida de este singular edifico sea una boda, la de Raquel y Daniel, que hace menos de un mes y después de siglos devolvió parte de su antigua magia a este lugar.