Las Médulas, mitos de tierra de ocre y oro

Atardecer en Las Médulas
Foto: IMÍZCOZ
El Bierzo y las Médulas Mirador desde una de las galerías Paisaje de El Bierzo Lago Carucedo Alcornoques de Lago de Carucedo Las Médulas Las Médulas desde el Mirado de Orellán CUeva de las Médulas
Actualizado: viernes, 21 marzo 2014 14:39

Por Marta Imízcoz

   Adentrándonos en la provincia de León hacia Ponferrada, usando la antigua carretera de Orense y atravesando diferentes pueblecillos, a cual más pequeño, el viajero se encuentra con un gran espectáculo visual. Las Médulas, aquellas montañas que en tiempo de los romanos colmara al Imperio de riquezas se muestran ante nosotros con el esplendor de antaño.

   Año 26 a.C., el emperador Cayo Augusto descubre entre los montes leoneses, y tras la victoria sobre cántabros y astures, unas montañas de aluvión (arcillas) con un secreto escondido: polvo de oro. Es así como la mano humana empieza a modelar el paisaje que aún ventidós siglos después siguen asombrándonos.

MITOS DE REYES Y LÁGRIMAS

   Cuentan las antiguas leyendas que en este lugar tuvieron lugar unas violentas batallas entre los celtas, dirigidos por el rey Médulo, y lo romanos, comandados por Carisio y que son el origen de la topografía del lugar.

   El general romano Carisio quedó prendado de Borenia, hija del celta Médulo, por lo que este escondió a su hija en una cueva, a fin de que el romano no la encontrase. Por desgracia, Carisio la encontró y convenció a la dama de que la paz entre ambos pueblos había sido firmada para así poder confesarle su amor, que ella correspondió.

   Entre tanto, el rey Médulo celebraba su victoria junto a un tejo, como manda la tradición celta, cuando un rayo le atravesó, matándolo en el acto y fundiendo sus tesoros hasta convertirlos en pepitas de oro que se esparcieron por las montañas.

   A la mañana siguiente, Borenia acudió a su pueblo y encontró las montañas teñidas con la sangre de su gente, que había sido masacrada ante la muerte de Médulo. Así, Borenia descubrió el engaño de Carisio, y de sus lágrimas surgió el lago de Carucedo, al pie de las montañas, transfomándola a ella en la Ondina Caricea que aún hoy se dice que se aparece a las orillas del lago, peinando sus cabellos dorados.

TERRAM, AQUAM ET AURUM

   La riqueza de las tierras de este lugar pronto hizo que los romanos se interesasen en ellas para coger oro. Para ello, utilizaron un método llamado 'ruina montium' que consistía en crear pequeñas galerías que después, gracias al agua embalsada en la cima de la montaña las excavaba por completo, arrastrando tierra y el oro apresado entre ella y que ha dado lugar a la curiosa forma de las montañas y a sus enormes galerías.

   De hecho, el escritor y cronista latino Plinio el Viejo pasó parte de su vida como administrador de las minas, de las que se extraían algo más de 9 toneladas de oro limpio al año, durante sus 250 años de utilización y de las que dijo que "es menos temerario que sacar perlas y púrpura del fondo del mar que sacar oro de estas tierras", dejando patente el gran peligro de este tipo de extracción.

   Sin embargo, hoy en día la vida al pie de las montañas transcurre en paz, entre pequeñas casas de madera y piedra donde los amables ancianos que las habitan venden miel artesanal, colgantes celtas y otros bienes que despiertan el interés del turista.

   Ya de vuelta a las montañas, en alguna de las rutas que las recorren, la dinámica actividad de las minas ha dado paso al abandono de las mismas, envolviéndolas en un ambiente de silencio y calma en cuya base crecen robles, castaños y encinas centenarias cuyos troncos y ramas se abren y se retuercen hacia el cielo dándole un toque lúgubre y frío que contrasta drásticamente con la imagen de las cimas al atardecer desde el mirador de Orellán.

   Con esto, no es de extrañar que en la cocina leonesa abunden los platos 'de cuchara', contundentes y humeantes para dar calor y saciar al viajero cansado que se adentre en estas tierras de botillo, sopas de ajo y cocido maragato, que se diferencia del resto de cocidos porque en primer lugar se sirve la carne, luego los garbanzos y la verdura y así finalizar con la sopa.