Por Blanca Morales
'La isla de la felicidad', así es como sus habitantes conocen a la isla de La Gomera, la excepción de las Islas Canarias donde cultivar todos tus sentidos. Este paraje natural en medio del Atlántico y certificado como Reserva Mundial de la Biosfera por la Unesco, ofrece naturaleza salvaje alejada del turismo de masas donde desconectar de la rutina y sentirse pleno por dentro y por fuera.
Barrancos infinitos, roques imponentes, la laurisilva en estado puro, las playas características del archipiélago canario y, todo ello, mezclado con el ritmo de sus gentes es el resultado que podemos encontrar en La Gomera.
La isla es un paraje natural casi virgen y de gran tradición, pues conserva prácticamente intacta la isla. Sumergida en una laurisilva de las más importantes del mundo, ésta cuenta con poco más de 22.000 habitantes que hacen de La Gomera una isla única en el Atlántico.
A lo largo del año, esta isla cuenta con más de 700.000 visitantes atraídos por el clima casi caribeño que nos ofrece, de los cuales 200.000 pernoctan en los alojamientos de la isla y unos 35.000 son cruceristas.
La mayoría de los visitantes de la isla son internacionales, con un importante porcentaje de mercado alemán, aunque en los últimos años la demanda de éstos se ha ido estancando ante el imperante auge del mercado del norte de Europa. La demanda nacional también es muy importante para la actividad de la isla, en especial la zona norte del país.
UNA ISLA PARA COMÉRSELA.
Uno de los atractivos de esta isla es la gastronomía típica de la zona y las facilidades que ofrece para degustarla. Gracias a la agricultura tradicional y a la ganadería caprina, sus habitantes conservan las recetas y el paisaje natural ancestral.
El queso es uno de los productos típicos de la zona que da paso a exquisiteces gomeras como el almogrote, la base del queso gomero reconocida por su sabor intenso, ligeramente picante, y su producción artesanal.
El vino es otro de los sabores destacados de la isla y cuenta desde 2003 con la denominación de origen 'Vino de La Gomera'. Su especialidad es el vino blanco, con un color amarillo paja muy característico y de sabores variados. También se producen vinos tintos característicos de la zona con aromas suaves y afrutados.
La comida tradicional también se hace un hueco en la dieta gomera y en sus restaurantes como con el gofio gomero, la 'carne en fiesta' o el potaje de berros, todo ello acompañado con el típico mojo canario, aguacates de la zona o frutos secos.
La miel de palma elaborada a partir de la savia de la palmera, más conocido como 'guarapo', es de los sabores más dulces representativos de la zona, junto con otros dulces artesanales. Esta miel también es utilizada en algunos licores gomeros como el denominado 'gomerón'.
EL PARAÍSO NATURAL CANARIO.
Lo que realmente hace especial a La Gomera es la miscelánea de playas, montañas, mar y bosque que guarda en sus entrañas.
En el corazón de la isla encontramos el Parque Nacional de Garajonay, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1989, que alberga en su interior el bosque de 'El Cedro', un pedacito del Terciario y una muestra única de la conservación de la laurisilva.
Gracias a la lluvia horizontal típica de la isla que acarrea los vientos elíseos, el bosque nos permite sumergirnos en un paraje verde y natural que hace de La Gomera una isla única y distinta al resto, donde encontramos más de 20 especies de árboles como el palo blanco o el acebiño, mezclados con aves y reptiles característicos de la zona.
El 4 de agosto de 2012 la isla sufrió uno de los peores incendios de su historia que arrasó más de 750 hectáreas del Parque Nacional de Garajonay, dejando un paisaje desolador a su paso.
Un año después, poco a poco van aflorando las nuevas generaciones de plantas y árboles que quedaron arrasadas, ya que las autoridades de canarias han decidido dejar que la naturaleza siga su curso y sólo se repoblarán las zonas cercas a las carreteras.
La diversidad marina de La Gomera es otro de los alicientes de la isla, un gama infinita de colores azules y verdes se entremezclan en las aguas que arropan la isla. En sus profundidades se albergan 21 especies de animales marinos tan sorprendentes como los calderones o las ballenas, y de fácil visibilidad a pocos metros de su costa.
TRADICIONES ANCESTRALES.
El silbo gomero es, sin duda, el referente de la isla. Se trata de un lenguaje silbado único en el mundo y está considerado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Proviene de tiempos inmemorables y era utilizado como medio de comunicación entre los isleños debido a la caprichosa geografía con la que cuenta la isla.
Actualmente no se ha perdido esta tradición, incluso, forma parte del sistema educativo de la isla contando con horas lectivas hasta la secundaria obligatoria. En concreto, el silbo cuenta con cuatro consonantes y dos vocales con los que articulan cualquier palabra, que puede tener hasta 30 significados, y además en cualquier idioma.
La clave de la trasmisión de información a través del silbo es que ambas personas lo conozcan y compartan el mismo código.
La cerámica gomera se trata de la actividad artesanal más extendida en la isla y da trabajo a parte de la población, en su mayoría femenina. A base de agua, barro, arena y almagre (proveniente de la lava volcánica y utilizado para darle el color rojizo característico) las "loceras" son capaces de moldear todo tipo de vasijas, bandejas y encargos a la carta.
Muestra de ello es el caserío 'El Cercado' que continúa fabricando todo tipo de artilugios con esta técnica y sin utilizar ninguna tecnología. Cada pieza elaborada artesanalmente tarda entre dos y tres semana en terminarse y a día de hoy se siguen utilizando en las cocinas gomeras, por ejemplo, para asar castañas.
El folclore gomero también se conserva hasta nuestros días con danzas y cánticos de antaño que continúan reproduciéndose en fiestas y romerías de la isla. El baile del tambor, acompañado de los cantos y vestimentas típicas sigue siendo un gran atractivo isleño que invita a todos aquellos que lo disfruten a volver.