Las Villuercas, enclave geológico y cultural

EMILIANO ENTENZA
Foto: EMILIANO ENTENZA
Hileras de viñeros Monasterio de Guadalupe Ternera Trilobite
Actualizado: jueves, 16 mayo 2013 19:53

Por Sergio Martín de Vidales Diago

   No llegan al centenar en todo el mundo, y en España solo hay ocho. El último geoparque español en sumarse a la red europea es el de Villuercas Ibores Jara, una zona de especial interés geológico, natural y cultural de más de 2.500 kilómetros cuadrados situada al este de la provincia de Cáceres (Extremadura).

   Este territorio es, sin duda alguna, uno de los principales focos de riqueza geológica a nivel nacional y europeo, un auténtico paraíso para geólogos y visitantes que ofrece un formidable paisaje donde poder realizar decenas de rutas y descubrir su conexión con los Montes Apalachenses del otro lado del océano, bajo el cual se originó hace millones de años este sorprendente macizo montañoso.

   Desde los riscos más altos de Las Villuercas se pueden divisar sus características rañas, la explosión de colores de su flora, hileras de olivos, algunos de los 19 municipios del geoparque y disfrutar de las espectaculares puestas de sol tras las crestas rocosas de cuarcita.

   Ocho valles, ríos y piscinas naturales conforman un entorno privilegiado en el que se ocultan fósiles exclusivos, solo localizables en China y Namibia, o unos artrópodos de hace 250 millones de año conocidos como trilobites.

   Lugar imprescindible en la visita a la comarca de Las Villuercas es la Cueva de Castañar, a través de su Centro de Interpretación, ya que si quieres conocer en primera persona estas impactantes cavidades subterráneas tendrás que apuntarte a una lista de más de 3.500 personas, después de su clausura temporal tras un incidente gástrico de una turista.

   El centro cuenta con murales informativos, maquetas, vídeos y una recreación de este extraordinario bosque mineral, a menos de un kilómetro de Castañar de Ibor, en el que se localizan varios kilómetros de grutas, lagos interiores y salas llenas de estratos de pizarras, calizas, y miles de espinas de cristal.

   Además de sumergirse uno en una de las cuevas kársticas más importantes de toda Europa, podrá descender a las profundidades de la tierra en la Mina Constanza de Logrosán y conocer las condiciones y tareas desempeñadas por los mineros hasta mediados del siglo XX en estos yacimientos de casiterita y fosforita.

CULTURA E HISTORIA A CADA PASO.

   Los 100 kilómetros de largo y 25 de ancho del geoparque dan para mucho, y es que si en cuanto a geología destaca, el territorio auspiciado por la Unesco irradia cultura e historia por cada uno de sus rincones.

   El Camino Real de Guadalupe es quizá uno de los principales trazos históricos del lugar ya que desde la leyenda creada por la vaca extraviada del pastor Gil Cordero, en torno al siglo I después de Cristo, personajes como Cervantes, Colón o Hernán Cortes, reyes castellanos y portugueses visitaron el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, Patrimonio de la Humanidad desde 1993.

   El priorato donde se encuentra enterrado el rey Enrique IV de Castilla, cuenta con un museo de pintura y escultura con obras de Goya, Zurbarán, Pedro de Mena y el Greco, entre otros, y en sus paredes se hallan también ornamentos sagrados.

   Convertido en uno de los principales centros de peregrinación del mundo católico hasta el mayor predominio del Camino de Santiago de Compostela, los visitantes pueden acercarse en el camino hacia el Monasterio a la Ermita del Humilladero, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), donde los fieles redimían sus pecados y divisaban por primera vez el santuario.

   También se puede contemplar el palacio o Granja de Mirabel, declarado Monumento Histórico Artístico, que fue el lugar de descanso de los Reyes Católicos en sus visitas a Guadalupe, y al que la reina Isabel llamaba "mi paraíso". El 3 de mayo de cada año se organizan rutas de senderismo hacia la granja con motivo de la exaltación de la Santa Cruz, coincidiendo con la romería de Mirabel, que cada vez gana más adeptos con el auge del turismo 'slow' en la zona.

   Otros de los principales lugares de valía histórica a visitar son  la Iglesia de Santa Catalina (Alía), el Castillo de Cabañas (Irás), el Vía Crucis en la Jara, las pinturas rupestres de la zona, el puente del Conde sobre el río Almonte, en aldeacentenera, o la Iglesia de San Juan Bautista (Berzocana) y la Iglesia parroquial de Villar del Pedroso, declaradas BIC.

FLORA Y FAUNA.

   Para poder admirar la belleza de la fauna y flora local es  recomendable atreverse con una de las muchas rutas que el geoparque ofrece, algunas más señalizadas que otras, aunque en cualquier caso todas permiten acceder a este entorno natural eclipsado hasta ahora, en parte, por el Parque Nacional de Monfragüe.

La biodiversidad botánica y faunística de las Villuercas es una de las más  variadas de toda España, y es que en el geoparque pueden encontrarse aves de todos los ecosistemas, como buitre negro, el alimoche, el búho real, la cigüeña negra, o el halcón peregrino, anfibios, reptiles y mamíferos ibéricos como ciervos, corzos, jabalíes o muflones.

   El geoparque ofrece un gran número de actividades complementarias a realizar tras las rutas, como visitas guiadas a los principales monumentos de la región que incluyen sorpresas como una muestra de sonidos de pájaros autóctonos mediante reclamos.

'DELICATESEN' EXTREMEÑAS.

   Pero no todo es naturaleza y geología, sino que el concepto 'geo' se ha ido adaptando poco a poco entre la vida de los poco más de 15.000 habitantes de los 19 municipios, así como en sus hoteles, restaurantes y demás negocios.

   Para indagar en la historia del Monasterio de Guadalupe y en la de cada una de sus edificios hay multitud de establecimientos de alojamiento, como el Parador o la Real Hospedería, y diferentes museos a visitar hasta la hora de comer, porque eso sí, uno no puede marcharse de Extremadura sin degustar sus productos típicos.

   Queso de los Ibores, miel Villuercas-Ibores, vinos Ribera del Guadiana y jamón dehesa de Extremadura son algunas de las delicias que podrás encontrar en los restaurantes de las zonas, que combinan a la perfección la idea del geoparque con toques vanguardistas.

   El restaurante 'La Avallaneda', en Castañar de Ibor es un ejemplo de esta primorosa combinación gastronómica, ofreciendo platos como rulo de queso de cabra de los Ibores con frutos del bosque, o el restaurante del hotel 'Posada del Rincón' de Guadalupe, que propone revueltos de cardillos silvestres o pierna de cabrito lechal asado al aroma de pitarra.

   Como colofón a la comida, se ofrecen postres como repápalos extremeños a la canela, crema de arroz con leche a la miel de los Ibores o bola de helado con chocolate caliente y crema de higo, muy habitual en la zona. Y como acompañamiento, siempre un buen vino, algún crianza Ribera del Guadiana, cuya preparación puede conocerse por ejemplo en las Bodegas Ruíz Torres.

   Para poder desgranar y disfrutar de las lindezas de estas tierras, entre las que también destacan su artesanía de cobre y bordados, es recomendable pasar al menos un fin de semana dada la extensión de la región, que con total seguridad conseguirá revalidar su condición de geoparque en 2015.