WASHINGTON 25 Abr. (EUROPA PRESS) -
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, tuvo que renunciar a su Blackberry cuando asumió el cargo. Sin embargo, conocidos eran sus empeños por convertirse en el primer dirigente del país en poder acceder a correos electrónicos, llamadas y otras funciones con su 'smartphone'. Los servicios secretos estadounidenses están a punto de dar el visto bueno a la llamada 'Barackberry'.
La National Security Agency (NSA) lleva tiempo trabajando en una modificación del modelo de BlackBerry 8830, al que se le está aplicando un 'software' especial de seguridad. Según avanza el Washington Times, el dispositivo estará listo en los próximos meses y cumplirá con las exigencias de los estrictos requisitos de seguridad federales.
Lamentablemente, para garantizar la privacidad de las comunicaciones del presidente, únicamente podrá comunicarse con otros dispositivos que incorporen también el 'software' de seguridad. Por eso, la NSA hará llegar estos modelos también a amigos cercanos del presidente y familiares, como su mujer Michelle Obama.
El 'software' que se está aplicando a la BlackBerry 8830 se llama SecureVoice, y ha sido desarrollado por la empresa de Washington Genesis Key, Inc. Convierte cualquier dispositivo de RIM en un dispositivo de alto secreto que permite hacer llamadas normales, mandar e-mails y hasta ver vídeo mediante 'streaming' o navegar por Internet.
El director de Genesis Key, Steven Garrett, ha asegurado triunfante: "Vamos a ponerle de nuevo su BlackBerry en la mano".
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Obama ha luchado con ahínco para mantener su 'libertad' cibernética ya que es "muy importante para él tener información no filtrada", según aseguró el Jefe de estrategia de la campaña política de Obama, David Axelrod, en declaraciones al New York Times recogidas por Otr/press. Según declaró el propio Obama, para él era importante seguir usando su dispositivo para poder "mantenerse en contacto con el mundo real".
El tema del móvil del presidente ya dio que hablar durante la campaña. En los debates entre John McCain y Barack Obama, se estableció un requisito fundamental: Blackberrys no. Ambos depositaron sus dispositivos en la mesa pero Obama no podía dejar de echar un vistazo de vez en cuando a la pantalla de la suya.