HUELVA 3 Ene. (EUROPA PRESS) -
La Audiencia Provincial de Huelva ha condenado a dos años y medio de cárcel a una auxiliar de ayuda a domicilio por el robo de al menos 7.200 euros y joyas en la vivienda donde trabajaba, cuidando de una mujer enferma de alzheimer, que convivía con su marido.
Según reza en la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, ha quedado probado que esta mujer, que trabajaba en la casa desde al menos el año 2009, en fecha no determinada pero previa a octubre de 2012, se apoderó de una de las llaves que abrían el dormitorio del matrimonio que siempre estaba cerrado y donde el titular guardaba sus objetos personales y dinero, motivo por el que la considera autora de un delito continuado de robo con fuerza en las cosas con la agravante de abuso de confianza.
Así, coincidiendo en el tiempo con la desaparición de la llave, con ánimo de lucro y aprovechándose de la confianza que depositaba en ella el marido de la mujer enferma, quien se ausentaba en algunos momentos del domicilio y por tanto se quedaba sola, esta mujer usaba la llave ilegítimamente obtenida y se apoderaba de distintas cantidades de dinero de la pensión que todos los meses cobraba el marido y ocultaba entre las ropas.
De esa forma y progresivamente fue apoderándose de distintas y múltiples cantidades hasta el punto de que la víctima se daba cuenta que a mediados de mes ya no tenía dinero alguno cuando antes de octubre de 2012 el dinero que extraía de sus cuentas mensualmente era más que suficiente, llegando a sobrarle algo para atender a los gastos mensuales.
Por ello, una de las veces, este hombre acudió a la entidad bancaria, como todos los meses a sacar dinero, regresó a su casa y lo metió entre las ropas cerrando con llave el armario y comunicó a la acusada que tenía que ir a una oficina de seguros. A modo de trampa, se dejó las cortinas y la persiana de la habitación abiertas, percatándose cuando regresó de que estaban cerradas.
Minutos después fue al armario y comprobó que faltaban 250 euros, estando tan solo en casa la acusada y su esposa encamada y enferma. Por ello, el acusado, con la práctica certeza de que las faltas de dinero que llegaron a sumar los 7.200 euros en total obedecían a las sustracciones periódicas que realizaba la acusada, habló con su hijo y decidieron colocar una cámara de vídeo grabación que captaba los movimientos que se pudieran hacer en el armario cuyo uso era exclusivamente de este hombre.
Así, unas semanas después, en las grabaciones se pudo captar cómo la acusada abría el armario con la llave de la que se apoderó y buscaba entre las ropas el dinero, no logrando su objetivo al haber escondido este hombre el metálico en otro lugar.