HUELVA 23 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un equipo científico del Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos (IREC) y la Estación Biológica de Doñana (EBD), centros pertenecientes al CSIC, ha realizado un estudio que revela que las señales que emiten los pollos de las aves para pedir alimento no solo son indicadores de hambre, sino que también reflejan su estado de salud.
Según ha indicado el CSIC en una nota de prensa, Tomás Redondo, investigador de la Estación Biológica de Doñana, ha explicado que en un escenario competitivo, "los pollos se esfuerzan en demostrar que son más valiosos que sus hermanos", es decir, "están más sanos, para atraer los recursos limitados que aportan los progenitores". "Sin embargo, los miembros de una misma familia también comparten genes y un destino común, por lo que también deberían cooperar", ha añadido.
Por ello, según explican desde el CSIC, el equipo investigador quería averiguar si estos sonidos "revelan su estado interno de salud" y "si les interesa hacerlo si con ello se quedan atrás en la competencia por el alimento". Para ello, diseñaron un experimento novedoso que tenía en cuenta varias variables que afectan a las señales que emiten las crías, como su estado nutricional o sus propias características individuales.
Así, durante el experimento, inocularon a pollos de estornino negro una vacuna que simulaba una infección inocua. En concreto, se les inyectó lipopolisacáridos, un antígeno que provoca una respuesta inmune sin causar daño. De este modo, los progenitores no podrían percibir directamente el estado de salud de la cría. A otros pollos se les inyectó un placebo para poder comparar sus sonidos.
A continuación, el equipo científico observó el comportamiento de las crías en condiciones controladas de privación de alimento, teniendo también en cuenta la idiosincrasia individual de los pollos, ya que no todos responden igual al mismo tratamiento.
De este modo, los resultados indicaron, según han explicado, que, "para un mismo grado de hambre, los pollos que recibieron la vacuna pidieron alimento con posturas menos estiradas y emitieron sonidos con menos intensidad y una mayor entropía, relacionada con la dispersión de la energía, que antes de recibirla", pero "también se aplicaba cuando se comparaba con los pollos que recibieron un placebo".
"Aunque nuestro diseño experimental no permitía conocer el motivo exacto, la explicación más plausible podría ser que la enfermedad les debilita y les hace incapaces de pedir con tanta intensidad, como cuando nosotros nos sentimos sin ganas de hacer nada cuando tenemos fiebre", detalla Daniel Parejo, investigador del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos.
Al respecto, el investigador asegura que otra explicación podría estar relacionada con la respuesta que podían provocar en sus progenitores, ya que "con sus señales, los pollos podrían indicar que están enfermos, bien para advertir a sus progenitores y hermanos sobre su estado de salud o de posibles contagios, o bien para informar a sus padres que, por el momento, necesitaban ser calentados en lugar de alimentados".
Por tanto, desde el CSIC ha indicado que, "aunque aún no se conocen bien los detalles de cómo este tipo de ensayos experimentales afecta de forma simultánea al estado de salud y al hambre", esta investigación abre la vía para ensayos "más rigurosos que tengan en cuenta los mecanismos fisiológicos que intervienen en el comportamiento de las crías de las aves, algo esencial para entender la evolución de las señales comunicativas".