Gustavo Arduán, letrado de la familia del fallecido en el crimen de Almonte.
EUROPA PRESS/A.PÉREZ
Actualizado: jueves, 7 septiembre 2017 15:39

La defensa asegura que F.J.M. es "inocente" y que la investigación del caso ha sido "una auténtica chapuza"

HUELVA, 7 Sep. (EUROPA PRESS) -

El fiscal en el caso del doble crimen de Almonte (Huelva), Pablo Mora, ha argumentado este miércoles ante el jurado popular de que "no hay dudas" de la culpabilidad de F.J.M., único acusado por los hechos en los que en abril de 2013 murieron una menor de ocho años y su padre, ya que las pruebas son "claras y con contenido incriminatorio", mientras que su defensa, ejercida por el letrado Francisco Baena Bocanegra, ha mantenido la inocencia de su cliente y que el ADN hallado "en unas toallas limpias fue por transferencia", al contrario de la posición de las acusaciones, que mantienen que "el ADN es reciente y por contacto directo".

Durante la primera sesión del juicio, después de que este miércoles quedara conformado el jurado popular, compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres, en su intervención previa, el fiscal ha detallado las pruebas en las que se basa para decir que "no hay dudas" sobre su culpabilidad.

En este sentido, la Fiscalía se ha referido al hallazgo de ADN en tres toallas de la vivienda donde aparecieron los cuerpos de las víctimas, con las que, según el fiscal, tras los hechos, "se lavó las manos y la cara siendo estos restos depositados de manera directa", y ha precisado que "se trata de un crimen de carácter pasional, no de carácter sexual o contra el patrimonio", motivado, ha incidido, por la relación sentimental que mantenía el acusado con M.O., la madre y expareja --habían cesado la convivencia 20 días antes-- de los fallecidos cuando ocurrieron los hechos.

El fiscal considera que el acusado "mintió en su declaración", ya que ningún compañero lo vio salir del supermercado donde trabaja a la hora que él dice, y momentos antes del crimen "unos vecinos escucharon una discusión entre dos hombres con acento de la zona", indicando además que la cerradura no estaba forzada. No obstante, asegura que en la vivienda se han encontrado restos de otras personas que "no se han podido analizar y que podrían pertenecer a familiares o a otras personas que estuvieron en la casa, como el técnico de la televisión o un fontanero", pero insiste en que "no hay dudas de su comisión".

Sin embargo, Baena Bocanegra ha apelado a los miembros del jurado a "anteponer el sentido común al corazón" y ha remarcado que "no hay peor víctima que un inocente condenado", a la par que ha mantenido que cuando ocurrieron los hechos el fallecido y M.O. llevaban "20 días separados en toda regla", algo que "desmonta el móvil de los celos".

En este sentido, ha hecho especial hincapié en que "el acusado estuvo un año en libertad, colaborando con la Guardia Civil en todo momento, antes de ser detenido tras el hallazgo de su ADN en unas toallas que estaban detrás de una puerta, limpias, sin restos de sangre ni pelos, y que también contenían ADN de otras personas".

En este punto, ha precisado que, con todos sus respetos, "la investigación en este caso ha sido una auténtica chapuza" y ha propuesto nuevas pruebas testificales, entre ellas la del hermano y tío de los fallecidos, que ha tenido que abandonar la sala hasta que la juez delibere, y otras periciales, como escuchas telefónicas y visionado de las cámaras del supermercado en el que trabajaban los tres, pruebas a las que las partes se han opuesto.

Por su parte, la acusación ejercida por M.O., ejercida por Inmaculada Torres, ha asegurado que "ella es una víctima y no se le puede juzgar ni condenar socialmente por mantener una relación paralela al ilusionarse con F.J.M.,", incidiendo en que en el momento de los hechos "eran aún marido y mujer y le guardaba un profundo cariño porque empezaron siendo unos niños".

"VÍCTIMA DE VIOLENCIA PSICOLÓGICA"

Tras asegurar que está en un proceso ansioso depresivo y en un protocolo antisuicidio, ha asegurado que la relación con el acusado "era oculta y era tóxica, basada en el control --no la dejaba salir, cambió su forma de vestir y las limitaciones eran desproporcionadas--, de idas y venidas y fue víctima de violencia psicológica", por lo que ha argumentado que el móvil del crimen "han sido los celos al no poder aguantar que M.O., tenía una buena relación con su marido, que también tenía que mantenerla oculta".

A raíz de los hechos, asegura la letrada, "el acusado se convitió en su sombra e iba con ella a todas partes", incluso hasta la Guardia Civil, y ella "ni se acordaba de la relación de control que padecía sin poderse creer cómo le había hecho eso a su hija".

Por su parte, el abogado de los padres y abuelos de las víctimas, Gustavo Arduán, ha insistido en las pruebas existentes contra el acusado, y ha precisado que "no van a hablar de interpretaciones sino que van a enseñar estas pruebas", incidiendo en los restos de ADN.

"CRIMEN PASIONAL"

También ha argumentado que se trata de "un crimen pasional" al considerar que el acusado "no soportaba que M.O., no terminara de dejar a su marido", y ha mantenido que lo hizo con "premeditación pues lo había planificado con anterioridad y tomado precauciones para no ser descubierto", descartando los supuestos de un robo con intimidación o que lo hiciera "una persona loca, ya que ésta hubiera dejado el escenario igual de sangriento pero con huellas".

A su vez, asegura que "el acusado entró con llaves originales, sin forzar la puerta, y vuelve al escenario del crimen y realiza ciertos actos", justificado por "esa perversión anímica de que M.O., no era capaz de desvilcunlarse de su marido".

Por último, señala que "el cadáver del fallecido contenía una cruz marcada en la espalda como signo evidente de anulación y de triunfo y que la niña apareció tapada con una manta, por una razón propia de crímenes pasionales, cuando el autor denota conocimiento hacia la víctima y no puede soportar la mirada ya vacía".

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