HUELVA 2 Oct. (EUROPA PRESS) -
Psicólogos que han analizado a F.J.M., acusado del doble crimen de Almonte (Huelva), en el que en abril de 2013 fallecieron una menor de ocho años y su padre, es "una persona normal" y han descartado carácter "agresivo, violento" y "dominante", subrayando que "se rige por las normas sociales y de autoridad".
Durante su declaración este lunes en una de las últimas sesiones del juicio que se está celebrando en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Huelva para desgranar este informe, solicitado por la defensa, uno de estos peritos ha señalado que el acusado tiene "unos síntomas depresivos de orden mínimo" y que tiene "concepto bastante alto" de sí mismo. "Teniendo en cuenta su entorno, se ve a sí mismo de manera positiva", han precisado.
Los psicólogos han llegado a estas conclusiones tras un análisis del acusado llevado a cabo el pasado 16 y 17 de septiembre y aseguran que su coeficiente intelectual y cultural es "modesto", aunque también puede ser por el poco estímulo recibido durante estos años que ha estado en prisión y por la medicación que toma.
No obstante, aseguran que, tras el informe, basado en entrevistas personales al acusado y a sus padres, la principal característica del mismo es "la normalidad", indicando además que en estos momentos se "siente perseguido", una reacción "justificable" teniendo en cuenta su situación personal.
Sobre las víctimas, han manifestado que, según sus respuestas, "a la niña la sentía como suya y la muerte de Miguel Ángel le afectó mucho". Al este respecto remarcan que, a pesar de la infidelidad hacia su pareja con la madre y mujer de los fallecidos, que consideran "una cuestión moral", el acusado, ante la transgresión de cualquier normal social, "se sentía muy incómodo y quería en todo momento normalizar esta situación".
Del mismo modo, han dejado claro que "no es un psicótico ni presenta síntomas psicopatológicos importantes que le limiten su capacidad", no obstante sobre su estado de ánimo, teniendo en cuenta sus circunstancias --en prisión desde junio de 2014 y estar siendo juzgado en estos días--, precisan que "su estado es deprimido, pero con un nivel de sintomatología mínimo", destacando entre los mismos "el sentimiento de castigo, en el sentido de la evidencia de estar siendo castigado y perseguido", insomnio o la pérdida de apetito.
Sobre el análisis de la ira en su personalidad, los psicólogos argumentan que los niveles "son bastante bajos" y que "en las escasas situaciones en las que se puede enfadar, se controla, tiene mucha paciencia y un alto nivel de tolerancia a la frustración". De igual manera, señalan que cuando tiene un problema, lo afronta "recurriendo a alguien y buscando recompensas alternativas".
Al respecto, según la psicóloga, el acusado piensa que "tiene que estar en prisión, no puede hacer nada, pero busca implicarse en otras actividades, como trabajar en el módulo de enfermería o hacer ejercicio físico".
Por todo ello, consideran al acusado como "una persona sencilla, normal y sumisa", independientemente a que fuera infiel, "con determinados tipos de reacciones a su ingreso en prisión y por su situación", y unos de los psicólogos ha dejado claro que "sería el soldado raso genial porque obedecería cualquier tipo de orden".
Por último, a preguntas de la defensa, por si este análisis hubiera tenido los mismos resultados en otro momento de la vida del acusado, señalan que "los rasgos de personalidad suelen mantenerse aunque los estados cambian".
En parte este análisis coincide con el realizado por la médico forense y el psicólogo del Instituto de Medicina Legal que realizaron una evaluación de F.J.M., en mayo de 2015, un año después de ingresar en prisión. Sobre el mismo, ambos destacaron al acusado por "su normalidad" e indicaron que éste no presenta rasgos ni de agresividad, ni de ser una persona controladora o dominante, pero que presentaba "un cuadro ansioso-depresivo reactivo" tras su ingreso en prisión.
VISIONADO DE IMÁGENES
Tras la declaración de estos dos peritos, se han visionado las imágenes del acusado en el supermercado donde trabajaba, precisamente en su jornada laboral del 27 de abril de 2013, día en el que ocurrieron los hechos. En el mismo se ve al acusado a las 20,40 cobrando en una de las cajas del establecimiento hasta las 20,47. A su vez, a las 21,00 horas las cámaras lo sitúan pasando por la línea de caja y a las 21,38 se visualizan un carro y unos pies que, según señala la defensa, "son del acusado".
Por otro lado, en cuanto al visionado de la cámara de una parafarmacia cercana al supermercado, desde las 21,50 y 22,15 horas, que finalmente no se ha llevado a cabo, la defensa señala que "en el mismo no se aprecia el tránsito del vehículo del acusado".