HUELVA 14 Sep. (EUROPA PRESS) -
Uno de los vecinos de la casa de Almonte (Huelva), de nacionalidad ecuatoriana, donde aparecieron muertos una niña de ocho años y su padre el 29 de abril de 2013, ha asegurado que mientras estaba en la azotea de su vivienda, contigua a la misma, poco antes de las 22,00 horas del 27 de abril, cuando murieron, escuchó voces de dos hombres que "parecían del pueblo" en "una discusión que duró sobre un minuto y después se hizo el silencio".
Durante su declaración ante el tribunal del jurado en la sexta sesión del juicio en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Huelva, este hombre ha detallado que vivía en esa casa con sus padres y su hermana, pero que no conocía a las víctimas de nada, "ni de vista", ni tampoco a Marianela, mujer y madre de los fallecidos.
Preguntado por los hechos de la noche del 27 de abril, ha asegurado que sobre las 21,45 horas se encontraba en la azotea del edificio escuchando música y hablando por teléfono con una amiga cuando empezó a escuchar "ruidos" procedente de la vivienda. "Parecía una discusión familiar y que esas personas se conocían", sin poder recordar expresiones que sí refirió cuando declaró ante el juzgado de La Palma del Condado, tipo "gilipollas, vente de aquí", "me tienes harto" y "estoy cansado".
"Escuché como una discusión entre dos personas, dos hombres españoles" ha señalado, remitiéndose a las citadas declaraciones en el juzgado de La Palma, donde concretó que ambos "tenían acento almonteño", cosa que este jueves no recordaba por el tiempo transcurrido, ni que tampoco escuchara la voz de una niña.
A su vez, ha señalado que también escuchó golpes y que cuando éstos finalizaron "se hizo el silencio" y ya no echó más cuenta, al considerar que era "una discusión familiar dentro de una casa", indicando además que tampoco contó nada a su familia.
Por último, preguntado por la acusación particular de la familia si tiene miedo a algo, ha asegurado que "no" y que "siempre" ha contado la verdad de lo que vivió.
En esta misma sesión han declarado más testigos, entre ellos, el amigo y compañero de trabajo de Miguel Ángel que estuvo en la casa esa misma noche, hasta las 21,40 aproximadante justo antes de que terminara un partido de fútbol que estaba viendo en la citada vivienda, donde minutos antes también llegó la niña.
Sobre ese día, ha recordado que quedó para comer con Miguel Ángel y tres compañeros más y después tomaron dos copas en otro bar, yéndose a casa de Miguel Ángel por la tarde para ver el citado partido. De igual forma, ha asegurado que se fue antes de que terminara porque la niña "quería ir a cenar a una pizzería y tenían que ducharse y me fui". Del mismo modo, ha precisado que no vio "nada raro" al salir, aunque "sí había muchos marroquíes".
Al respecto, este hombre ha asegurado que Miguel Ángel es "un hombre bueno y humilde, sencillo y trabajador y que no tenía ningún enemigo", así como que éste y el acusado, quien mantenía una relación sentimental con Marianela, "tenían buena relación en el trabajo", así como que entre Marianela y la expareja de F.J.M., "tenían problemas".
En cuanto al trabajo en sí, ha precisado que "no existe control de uniformes", es decir que no hay que devolverlos cuando se dejan de usar, al igual que los guantes, y que "nadie debe salir por la puerta de descarga aunque poderse, se puede".
"LA TENÍA ANULADA"
A su vez, han declarado otros compañeros del supermercado. Una de ellas, amiga de Marianela y de F.J.M., ha incidido en que éste "tiene un carácter fuerte y era muy celoso" con ella y que "la tenía controlada, anulada, a pesar de que ella también tenía personalidad, y le cambió su forma de vestir", así como que Marianela le contaba episodios de celos y que "tenía dudas de dejar a Miguel Ángel porque era muy bueno y porque la vida estable que llevaba le iba a cambiar mucho".
A su vez, ésta ha remarcado que Marianela le contaba que "la presionaba para que dejara a su marido porque él había cortado la relación con su exnovia por ella", también trabajadora en el supermercado, así como que, a partir de los hechos, "se vuelca con ella totalmente y la animaba a que saliera, lo que antes evitaba". No obstante, ha asegurado que "nunca" lo vio agredir a nadie pero "sí miradas agresivas".
Otro compañero de trabajo de la sección de carnicería, que fue de cacería con el acusado en alguna ocasión, ha remarcado que ese día el salió más tarde que los demás, acompañado por "otra compañera y por Raquel", que es la exnovia del acusado, ya que se quedaron limpiando la vitrina de la carnicería.
Al respecto, ha precisado que no recuerda haber visto al acusado ese día ni si lo vio salir del supermercado en esa jornada. Del mismo modo, ha señalado que en su sección "no hay control de cuchillos ni inventario ni nada".
Al comienzo de la sesión han declarado agentes de la Guardia Civil que realizaron la inspección ocular y uno de ellos ha descartado que el presunto autor entrara por la azotea porque "no había resquicio, ni huellas ni nada", así como que el móvil fuera un robo. Otro de ellos, ha precisado que "se tomaron todas las medidas de seguridad para hacer la inspección y recoger las muestras".
NULIDAD PRUEBA DE ADN
Por otro lado, cabe recordar que la defensa ha anunciado durante el juicio que, en el momento pertinente, pedirá la nulidad de la prueba de ADN hallado en tres toallas de la vivienda, donde aparecieron los cadáveres, y que contenía restos de los residentes en la casa y del único acusado por los hechos, al considerar que ha podido romperse la cadena de custodia, cuestionando, a su vez, la acreditación de la toma de muestras de su cliente. Este asunto lo deberá decidir la presidenta del jurado en la sentencia o ponerlo en manos del jurado popular.
Por su parte, Gustavo Ardúan, abogado que ejerce la acusación particular de la familia de los fallecidos, ha calificado este anuncio de "buena noticia", ya que, según ha remarcado en declaraciones a los periodistas, después de la intervención de los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) "puede que haya visto disminuidas las posibilidades de defensa de su representación ante la contudencia de las pruebas que hay".
Del mismo modo, entiende que esta petición atiende a una estrategia porque la defensa, ejercida por Francisco Baena Bocanegra, partía de la base de la transferencia para justificar la llegada del ADN a las toallas que estaban en la vivienda de los fallecidos, de manera que "daban por bueno ese ADN" y "ahora no le cuadran las cosas tras la declaración de los agentes de la UCO y dan marcha atrás".