HUELVA 15 Sep. (EUROPA PRESS) -
Dos de los vecinos de la casa de Almonte (Huelva), de nacionalidad ecuatoriana, donde aparecieron muertos una niña de ocho años y su padre en abril de 2013, han asegurado este viernes que los ruidos que oyeron el día de los hechos les llevó a pensar que era una discusión familiar. De hecho, la vecina ha narrado que le pareció "una pelea de pareja" y ambos han coincidido en que escucharon, hasta en tres ocasiones, decir a la menor: "Mamá, no", y después llamar a su padre.
Durante su declaración ante el tribunal del jurado en la séptima sesión del juicio en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Huelva, la vecina, que mandó mensajes de Whatsapp a su novio contándole que había "una pelea" en la casa de al lado, ha confirmado que le comentó a su pareja por mensajes que tenía "miedo" y que en todo momento pensó que era "una pelea de pareja" puesto que oyó a la niña decir "mamá" y después "papá".
Aunque asegura que no puede identificar las voces de los adultos o si había una voz femenina, ha señalado que incluso intentó grabar con el móvil el ruido pero que no captó nada, al tiempo que ha indicado que el incidente duró poco y por eso no le dio más importancia posteriormente.
Del mismo modo, el padre de esta testigo, que también estaba en la casa el día de los hechos, ha comentado que escuchó la pelea pasadas las 22,00 horas, así como ha indicado que pensaba que alguien estaba reprendiendo a la niña. Tras hacerse el silencio, ha explicado que oyó un ruido de agua y aunque ha dicho que no podía matizar si era de un grifo o una ducha, preguntado por la defensa sobre si era un ruido de una cisterna, ha indicado que sí que era de una cisterna.
Por su parte, la madre del único acusado, F.J.M., ha asegurado que su hijo llegó "tranquilo" a su casa el día de los hechos, de manera que no notó nada extraño en su comportamiento. Durante el relato de su madre se ha podido ver a F.J.M llorar en ocasiones y emocionarse.
Ésta ha definido a su hijo como una persona "para nada agresiva" y ha destacado que ella se encargaba de la colada y que esa misma noche echó a lavar la camisa blanca del uniforme de su hijo y no vio ninguna mancha de sangre ni nada.
La testigo ha contado que ese día su hijo, como hacía siempre que llegaba a casa del trabajo, llegó sobre 22,10 o 22,20 horas e hizo lo mismo de siempre. "Entró, se quitó la camisa la puso colgada en una silla, siguió para el salón y puso el bolígrafo y cúter sobre la mesa", ha asegurado, antes de recordar que ese día tenía turno de tarde en el supermercado y por eso no pudo ir a un bautizo que tenía la familia.
En cuanto a la ropa del trabajo de su hijo, ha explicado que en su casa había como dos mudas de cada prenda (pantalón, camisas de manga, larga o corta), así como ha comentado que aún tiene un pantalón específico de la sección de pescadería que usaba su hijo cuando estuvo en dicho departamento. Lo ha calificado como "muy trabajador", "responsable", y ha comentado que no le gustaba pedir a sus compañeros cambios en los turnos.
La madre ha apuntado que sobre las 22,30 horas más o menos se fue su hijo de la casa y que no sabe a qué hora volvió porque estaba dormida, incidiendo en que no notó nada raro ni ese día ni el siguiente.
Respecto al día 29 de abril, el día que se encontraron los cuerpos, y cuestionada por como se enteró de ello, ha señalado que fue su hijo el que le dijo "nervioso" que había visto mucha gente en la calle de la casa de los fallecidos y a la Guardia Civil y que "empezó a llamar a compañeros de trabajo" para ver qué pasada, así como ha agregado que también recibió llamadas él de sus compañeros.
Cuestionado por la acusación particular de la madre de la menor fallecida, que ejerce la letrada Inmaculada Torres, sobre por qué su hijo llamó directamente a sus compañeros para saber qué había pasado, cuando en ese momento aún desconocía que lo que sucedido fuera en la casa de los fallecidos, ha señalado que él llamó y que también recibió llamadas de sus compañeros y finalmente lo que supo es que "el padre de la menor había matado a su hija".
En cuanto a las zapatillas del número 44,5 que fueron requisadas en casa del acusado, su madre ha afirmado que dichas zapatillas se las regaló el suegro de su otro hijo a éste. Ha comentado que el acusado las usó y que le estaban buenas pese a que calza un 42. Ha puntualizado que sus dos hijos usan el 42, así como el suegro del hermano ha asegurado en la sala que él también usa el 42 y se las puso varias veces, pero se las dio a su yerno porque resbalaban.
Hay que recordar que un informe pericial, encargada por la acusación particular que ejerce la familia del hombre fallecido, apunta que las huellas de pisadas, estampadas en sangre, calzadas en la escena del crimen, son producidas por una persona que contaba con un pie más pequeño que el tamaño de zapatillas analizadas, que calzan un 44 ó 45 de número.
"NO ERA CELOSO"
Por su parte, la madre de la exnovia de F.J.M, ha asegurado que el día de autos lo vio entre las 22,00 horas y 22,30 horas en la puerta de su casa y que iba vestido con el uniforme del supermercado en el que trabajaba.
Ha narrado que ella lo vio con unas llaves en la mano para entrar en su casa, que iba "tranquilo". De hecho, la testigo ha precisado que le comentó a una amiga que iba con ella que "ése era el novio" de su hija, confirmando ésta en la sala esa conversación.
En este sentido, ha asegurado que, junto con un grupo de amigos, iban a escuchar la salve que era a las 22,00 horas pero al estar la iglesia llena, se fueron, de manera que entre las 22,10 horas y 22,30 horas se lo encontró y que aún había luz.
Ha concretado que después de ver al que fue novio de su hija realizó algunas llamadas a ésta, --estas llamadas se producen sobre las 22,23 horas--, e incluso le comenta que ha visto a F.J.M. No obstante, ha aclarado que ese día su hija y ella intercambian varias llamadas porque querían verse ese día que era la última sabatina y que el pueblo estaba "lleno de gente por todos sitios".
Del mismo modo, ha calificado de "buenísima" la relación de noviazgo de su hija y el acusado, la cual duró diez años, y que su hija, tras conocer la infidelidad de F.J.M. con Marianela Olmedo, siguió dos años más "intentando salvar la relación" con su novio, aunque finalmente se terminó.
Tras calificar de "educado" y "natural" al que fue pareja de su hija, ha remarcado que "nunca" fue celoso y "nunca" se comportó de manera agresiva ya que "siempre se ha comportado de manera educada". Según ha narrado, a raíz de que F.J.M. tuviera un accidente de caza y sufriera daño en un ojo, notó que éste estaba "más apático" como "depresivo", pero ha dejado claro que la relación siempre fue buena y que terminó el trato con él cuando su hija pone fin al noviazgo. Además, ha apuntado que, a su juicio, al acusado "le daba miedo la sangre" puesto que cuando venía de cazar "no quería ni tocar los pajaritos".
RENUNCIA DE TESTIGOS
La defensa ha renunciado a la declaración del dueño del bar de abajo de la casa de los fallecidos, así como a la de otra de las vecinas del piso contiguo y solicitó la renuncia de la de otro familiar de esa vivienda, que finalmente ha declarado por petición del Ministerio Fiscal. Todas las partes han acordado renunciar a la declaración del hermano de F.J.M., para evitar más dolor a los familiares y al creer que no aportaba más información. La sesión solo ha tenido turno de mañana, de manera que la declaración de la expareja del acusado se ha previsto para este lunes.