BENALMÁDENA (MÁLAGA), 3 (EUROPA PRESS)
El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Benalmádena (Málaga) estudia la posibilidad de encargar una evaluación y análisis de la masa forestal urbana de la localidad, "teniendo en cuenta que la ciudad es una de las que tienen más árboles plantados en zonas urbanas, unos 24.000". Además de la evaluación la idea es que posteriormente se establezca un sistema de gestión específico de esta masa forestal.
Desde el Ayuntamiento han detallado en un comunicado que las grandes borrascas Aline y Ciarán que han afectado a la península en las últimas semanas han provocado la caída en la vía pública de grandes árboles situados en las principales zonas urbanas del municipio, sin que hayan dejado ninguna víctima ni causado daños materiales significativos.
Así, el registro de intervenciones del Cuerpo de Bomberos ha apuntado nueve colapsos totales, una decena con importantes fracturas y seis que han dejado en la calzada o aceras abundantes restos de ramas. En todos los casos los bomberos han debido acordonar y proceder al corte total de los árboles caídos o al saneamiento del resto para eliminar el riesgo y peligro a la población.
Los técnicos municipales de Parques y Jardines, que hacen un seguimiento de estas caídas y desperfectos, han señalado que la causa principal del colapso de estos grandes árboles es el impacto de la grandes rachas de viento: "Son causas naturales. Cuando son de grandes proporciones y las ramas ejercen una fuerte resistencia a veces caen. En muy pocas ocasiones hemos visto al analizar los restos que se deban a fragilidad estructura o enfermedades", señalan.
Según los registros de estaciones meteorológicas situadas en el municipio en el último meses el viento ha alcanzado rachas sostenidas de hasta 80 km/h.
La última caída se ha producido hace unos días en la avenida Antonio Machado, en la Costa, con el desplome e imposibilidad de recuperación, de un imponente ombú (Phytolacca dioica), una especie originaria de Latinoamérica, de rápido crecimiento, madera muy frágil y una edad estimada de treinta y cinco años.
Los técnicos estudian ahora su sustitución por una especie más resistente y que por su proximidad al mar pueda soportar "vientos salinos".