Andalucía advierte del efecto del incremento del precio de los productos energéticos en la tasa de inflación

SEVILLA 12 Abr. (EUROPA PRESS) -

La Consejería de Economía y Conocimiento ha considerado este miércoles que la tasa de inflación en el mes de marzo en Andalucía, del 2,3 por ciento, sigue estando condicionada principalmente por la evolución de los precios de los productos energéticos. Éstos crecen en Andalucía en el mes de marzo un 11,4 por ciento interanual, moderando en cinco puntos el incremento registrado el mes anterior.

En una nota, la Junta ha señalado que el crecimiento de los precios de los productos energéticos se explica, de un lado, por la subida de los carburantes y combustibles (11,6% interanual), con una cotización media del barril de petróleo Brent de 51,3 dólares, un 34,9 por ciento superior a la registrada en marzo de 2016; y de otro, por el aumento del 10,3 por ciento interanual de los precios de la electricidad, el gas y otros combustibles. Ambos, en cualquier caso, con ritmos más moderados que en el mes de febrero.

La Consejería ha indicado que si no se consideran los componentes más volátiles del IPC (precios energéticos y de los alimentos no elaborados), se tiene que el componente más estructural, la inflación subyacente muestra un comportamiento más estable y se sitúa en el 0,9 por ciento en Andalucía, igual que en España y una décima por debajo de la del mes anterior.

La tasa de inflación del 2,3 por ciento en Andalucía y España supone un diferencial desfavorable de ocho décimas respecto a la media de la Zona Euro, para la que el indicador adelantado estima un índice interanual del 1,5 por ciento en marzo.

Asimismo, la citada tasa supone una pérdida de capacidad adquisitiva para los ciudadanos, teniendo en cuenta que el incremento salarial negociado en convenios colectivos hasta marzo se situó en el 1,2 por ciento y que las pensiones han aumentado un 0,25 por ciento en 2017.

A juicio de la Consejería de Economía y Conocimiento, dicha pérdida de poder adquisitivo está limitando las posibilidades de consumo e inversión, pudiendo suponer "un freno a la demanda interna y al crecimiento económico".