SEVILLA 6 Nov. (EUROPA PRESS) -
Científicos de las Universidades Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla, Córdoba (UCO) y Jaén (UJA) han analizado la evolución de los requerimientos de superficie cultivada española desde 1900 hasta 2008, relacionándola por primera vez con el consumo, y han desvelado que la tierra cultivada en España es insuficiente para abastecer el consumo de la población del país.
Según ha explicado la Fundación Descubre en una nota de prensa este martes, el trabajo muestra que los incrementos de productividad realizados en el último siglo son insuficientes para atender las demandas de tierra producidas por el incremento del consumo debido al aumento de población y, sobre todo, por el cambio en la dieta, más basada ahora en productos cárnicos. Así pues, la fundación ha sentenciado que los habitantes de España "necesitan una extensión de tierra cultivada similar dentro y fuera del país para abastecer su consumo".
El artículo, titulado 'Land embodied in Spain's biomass trade and consumption (1900-2008): Historical changes, drivers and impacts' y publicado en la revista 'Land Use Policy' (Política del uso de la tierra), ha estimado el suelo requerido para producir biomasa, esto es, los productos agrarios y forestales que España consume.
Para ello, ha tenido en cuenta los productos agrarios y forestales que se importan y se exportan, incluidos los cultivos industriales y para alimento animal, calculando la superficie que requieren. "La mayoría de productos de biomasa requieren grandes cantidades de tierra para su producción", ha aseverado el autor principal del trabajo y profesor de la UPO, Juan Infante Amate.
"Nuestro estudio muestra que las necesidades de tierra han crecido mucho en España, sobre todo desde 1960", ha profundizado Infante, que ha matizado que por contra, "durante ese período ha caído la superficie cultivada en el país".
La superficie cultivada en España en el año 1960 era de 20,4 millones de hectáreas, mientras que en 2008 ocupaba 17,3, según ha reflejado el trabajo.
En la actualidad, el cambio tecnológico ha multiplicado por tres la producción por hectárea y ha permitido un ahorro de 27,1 millones de hectáreas de cultivo en España en el último siglo; sin embargo, el aumento de la población requirió 17,6 millones de hectáreas adicionales, y el cambio en la dieta 15,2. "Esos 6 millones adicionales en la demanda, más lo que dejamos de cultivar aquí provienen de otros países" ha manifestado Infante.
LAS EXCEPCIONES DEL OLIVAR Y LOS TOMATES
La Fundación ha resaltado que a partir de los sesenta, se ha observado un aumento acelerado en la brecha entre la superficie cultivada dentro y fuera del país, llegando a las 22,8 millones de hectáreas importadas en 2008, "siete veces más que hace 50 años".
En este sentido, ha detallado que España se ha convertido en importador neto de cereales, frutas y verduras, mientras que sigue exportando uno de los cultivos más importantes en Andalucía, el olivar. La superficie de este cultivo aumentó en España de 1,3 a 2,4 millones de hectáreas durante el último siglo, de la que se exporta casi la mitad (1,2)
Así, ha razonado que el modelo de consumo del país requiere la ocupación de más tierra, un "recurso escaso y frágil a nivel global", debido a que externalizar el consumo fuera del país hace a sus habitantes "menos soberanos", en términos alimentarios.
Por otro lado, los flujos comerciales que se crean generan impactos ambientales en los países que exportan a España, como emisiones de gases de efecto invernadero, deforestación, pérdida de biodiversidad, erosión.
Según Infante, el caso más evidente es el de la soja que viene de Brasil, la cual sirve para alimentar animales en España para sostener una dieta cada vez más cárnica, pero allí genera problemas como la deforestación o el desplazamiento de comunidades locales, que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), señala como problemas de primer nivel.
El investigador de la UPO ha asegurado que esta tendencia a externalizar la tierra cultivada es común en países ricos con alta densidad de población, aunque también se da en países del norte de África por la aridez del clima.
Por otra parte, ha precisado que sistema también tiene ventajas desde el punto de vista de aprovechamiento del suelo, ya que el comercio permite localizar la producción de manera más eficiente. Así, por ejemplo, el estudio ha puesto de manifiesto que es ineficiente importar tomates, puesto que la productividad de este cultivo en España dobla a la de fuera.
Infante ha remarcado que en este estudio sólo se cuenta el uso de suelo y que los impactos ambientales o la eficiencia productiva deben analizarse abordando otros elementos, como la fertilidad del suelo, el impacto en el clima y otras variables económicas.
Este estudio cuenta con financiación del Consejo de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá y del Ministerio de Economía y Competitividad e identifica los factores que convierten a España en un país que necesita terrenos de cultivo en el exterior y que externaliza los impactos.
Los investigadores han afirmado que pretenden seguir estudiando cómo afectarán los cambios tecnológicos en la dieta o en el clima a la demanda de tierra en los próximos años, lo que permitirá diseñar políticas agrarias y alimentarias más sostenibles.