Actualizado: martes, 10 octubre 2017 17:13

SEVILLA 10 Oct. (EUROPA PRESS) -

La organización agraria COAG-A ha reclamado a la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural medidas que contribuyan a recuperar la liquidez de las explotaciones, tales como créditos blandos a interés cero, o iniciativas en relación con la exención del IBI, con la reducción de módulos fiscales y la moratoria de cuotas de la seguridad social.

Además, ha reclamado que la administración agilice el pago de las líneas de ayuda que ya ha comprometido y cuyo cobro acumula "bastante retraso". Ayudas como las de la medida 11 de agricultura ecológica de 2016, destinadas a las explotaciones ganaderas, y la medida de agroambiente y clima de 2016, destinada tanto a las razas autóctonas como a la mejora de pastos en dehesa.

Por último, COAG-A cree "imprescindible" que, junto al adelanto de la PAC para las líneas de pago básico y verde, se incluyan todos los pagos asociados a la ganadería, no sólo las de los derechos especiales sino también las ayudas asociadas a los ganaderos de caprino y de ovino.

Según ha explicado la organización agraria en una nota, los sectores ganaderos viven una situación cada vez más complicada, tras un verano con altas temperaturas, que se mantienen en el mes de octubre, mientras las previsiones meteorológicas auguran que el mes será menos lluvioso de lo habitual.

En este sentido, ha apuntado que ha sido un verano "cargado de récords". La temperatura media se ha elevado hasta los 24,7 grados (1,6 por encima de la media de los últimos años) y lo convierte en el segundo más cálido desde 1965. Los años hidrológicos anteriores fueron bastante secos en general, y con una distribución geográfica de las precipitaciones muy desigual. La media nacional de pluviometría de esos años hidrológicos fue muy inferior al valor histórico medio.

El año hidrológico 2016/2017 arrancaba el 1 de octubre de 2016 con un volumen almacenado en los embalses del 44,2 por ciento de su capacidad máxima, lo que supone que el valor decrecía por tercer año consecutivo. De esta forma, agricultores y ganaderos dependían ya del comportamiento pluviométrico del otoño e invierno pasados para no agravar las consecuencias de la falta de agua, después de tres años de disminución de las reservas.

En estos momentos, el volumen global almacenado ha disminuido en un 11,5 por ciento respecto al año pasado, y la disminución es aún mayor si se compara con los valores medios de los cinco y diez últimos años. Por eso, la situación en el campo para los cultivos de secano y la producción de pastos es muy complicada y las consecuencias negativas de la falta de lluvias otoñales están incidiendo con mayor intensidad sobre el sector de ganadería, cuya alimentación se basa en gran medida en la cantidad y calidad de la producción de pastos aprovechados en pie y/o forrajes suministrados en estabulación, y ambos acusan el déficit hídrico de los tres años anteriores.

Además, existen graves problemas de abastecimiento de agua en las fincas, de manera que en algunos casos los ganaderos están teniendo que recurrir a la compra de cubas de agua para abrevar al ganado. El pasto escasea y los ganaderos se han visto obligados a alimentar a los animales a base de concentrados, en algunos casos desde el inicio del verano, frente al manejo habitual de un año normal, cuando la suplementación se limita al final del periodo estival y se extiende hasta el inicio del aprovechamiento de los pastos otoñales.

La cuestión es que aunque lloviese en las próximas semanas los ganaderos aún tendrían que esperar un mes o mes y medio para poder aprovechar algo de pasto, puesto que en el campo no queda nada. Por ello, a los sobrecostes derivados de la compra de piensos y forrajes para suplir la falta de alimento aprovechado en campo durante el verano, se acumularán varios meses más, lo que contribuirá a agravar la mermada rentabilidad de las explotaciones.

En el caso de la producción de bellota para la montanera, que se inicia en octubre, ésta acusa la falta de agua, de manera que no engorda y comienza a caer, aunque el grado de desarrollo es escaso. Esta situación podría revertirse si llegasen precipitaciones en los próximos días.

A la escasez de lluvias se suman las altas temperaturas que han caracterizado al estío, lo que complica el manejo de las explotaciones y provoca la aparición de dificultades en las cubriciones, retraso en el desarrollo de las crías y reducción de partos. Además, el estado sanitario puede resentirse y resultar en una menor resistencia de los animales para superar las enfermedades, etc. Todo ello no solo compromete la rentabilidad actual sino que pone en peligro campañas futuras, lo que puede agravar las repercusiones económicas de la sequía actual.

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