CÓRDOBA 3 Sep. (EUROPA PRESS) -
Las obras de rehabilitación de la fachada del Palacio Episcopal de la capital cordobesa, han comenzado este lunes, en base al proyecto encargado por la Diócesis de Córdoba y con la previsión de que los trabajos a desarrollar se lleven a cabo en un plazo total de seis meses.
Con esta intervención, según ha informado el Obispado cordobés, se pretende devolver su antiguo esplendor a la histórica fachada, que en la actualidad presenta un estado de conservación visiblemente deteriorado.
La intervención se centrará en la limpieza y rehabilitación de la zona, así como en la recuperación de los estucos antiguos y la consolidación de las sillerías de la época árabe. El plazo de ejecución es el ya mencionado de seis meses, aproximadamente, y las obras se han adjudicado a la empresa Fernojosa S.L.
ORIGEN E HISTORIA
Según recoge la web de la Diócesis de Córdoba, el actual Palacio Episcopal de Córdoba ha tenido diferentes fases de ocupación, siendo la primera durante la época visigoda. Después fue asiento del alcázar principal de los emires hasta la construcción de Medina Azahara. Ya empobrecido, volvió a servir de residencia de los últimos califas, desde comienzos del siglo XI hasta 1031.
Durante la época de los Banu Yahwar (1031-1070) se abandonó y ya no se volverá a hablar del edificio o de sus ruinas hasta la conquista de Córdoba por Fernando III el Santo en 1236. Es a partir de ese momento cuando, como residencia y vivienda del primer obispo, cuando se vuelve a aludir a él, compartido su solar por otros propietarios, como la orden militar de Calatrava.
Con el transcurrir de los años, el obispo se hace propietario por compra de parte de su antiguo solar, con exclusión del espacio ocupado por los baños califales. Las intervenciones de los obispos en su construcción solo está documentada a partir de la heráldica de los obispos Juan Rodríguez Fonseca (1499-1505), Fray Juan Álvarez de Toledo (1523-1537) y Leopoldo de Austria (1541-1557). Sin embargo, el conjunto monumental que ha llegado a nuestros días es fundamentalmente obra del pontificado del Obispo Diego de Mardones (1607-1624).
Según las corrientes imperantes, el palacio se concibió dentro de un concepto manierista de las formas, en el que se hace sentir la presencia de los tratadistas italianos. Aunque se ignora el autor del proyecto se cree que en su concepción pudo intervenir Alonso Matías, maestro muy relacionado con el Obispado en aquel entonces.
GRANDES APORTACIONES
El edifico del siglo XVII muestra una planta casi cuadrangular. Su exterior sobrio está regido por una gran fachada, que ahora será objeto de las citadas obras de recuperación y que da al patio principal, siendo significativos los grandes contrafuertes y dos torres en los ángulos, que le dan aspecto de fortaleza. El interior se caracteriza por su sencillez y elegancia.
El núcleo principal de toda la construcción es un gran patio formado en la planta baja por galerías de arcos sostenidos por columnas toscanas. La misma disposición de columnas, sosteniendo arcos de medio punto, se observa en los pisos superiores, que aparecen macizos y decorados por ventanas. En torno a este patio se distribuyen las diversas dependencias del edificio. Este conjunto del siglo XVII ha llegado a la actualidad, aunque fue retocado en el siglo XVIII.
En el siglo XVIII, durante el pontificado del obispo Miguel Vicente Cebrián y Agustín (1742-1752), se llevaron a cabo importantes reformas en el interior del edificio. Se construyó la capilla de Nuestra Señora del Pilar, con tres retablos en la planta baja y una gran escalera de mármol con cúpula por la que se accede a la primera planta; ambas edificaciones se conservan actualmente.
Los escudos existentes en la escalera principal son del obispo José Pozuelo y Herrero (1898-1913), como otros existentes en las enjutas de los arcos del patio, que corresponden a las obras de restauración llevadas a cabo en el edificio por el obispo a comienzos del siglo XX. Por otro lado, las vidrieras que cierran la escalera en su encuentro con la galería de la primera planta, fueron fabricadas por la casa Mauméjean en torno a 1916, y llevan el escudo del obispo Ramón Guillamet y Coma (1913-1920).