CÓRDOBA 6 May. (EUROPA PRESS) -
La obesidad y el asma son dos enfermedades bien diferenciadas pero muy prevalentes, por lo que pueden coincidir en el mismo paciente, ya que la obesidad cuadruplica el riesgo de padecer asma, según ha afirmado el jefe del servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Córdoba, el doctor Luis Manuel Entrenas, que ha destacado que se ha introducido en la práctica clínica el término asma-obesidad para describir a estos pacientes, "que pueden representar una gran proporción de los afectados por asma grave".
Tal y como ha indicado la institución hospitalaria en una nota, el doctor Entrenas ha explicado con motivo del Día Mundial del Asma, que se celebra este martes y que este año tiene como lema 'La educación sobre el asma empodera', que el hecho de que un paciente tenga obesidad y asma "puede incrementar la gravedad de ambos procesos, acelerando el deterioro clínico y funcional".
Se ha demostrado que en los asmáticos la medicación inhalada fundamental, los glucocorticoides inhalados, no es tan efectiva y, por la propia mecánica pulmonar que condiciona la obesidad troncular, "posiblemente no realizan de manera adecuada las maniobras de inhalación", ha detallado.
El asma, que afecta al cinco por ciento de la población adulta en España, es una enfermedad inflamatoria de las vías aéreas que desencadena obstrucción bronquial y se manifiesta por dificultad al respirar, sensación de falta de aire, ruidos torácicos (pitos) y tos. Puede ocurrir de forma aislada y limitada a las vías aéreas, pero con mucha frecuencia se asocia a manifestaciones en otros órganos del aparato respiratorio como la nariz (rinitis, rinosinusitis) o de otros sistemas, como la piel (dermatitis), especialmente en pacientes que asocian procesos alérgicos o inflamatorios.
En la obesidad hay un estado proinflamatorio de base que favorece la inflamación que provoca el asma, por lo que este proceso crónico incide a largo plazo propiciando el deterioro del paciente. Es fundamental que el especialista identifique correctamente las dos enfermedades en el mismo paciente, ha destacado el doctor Entrenas.
En el caso de la obesidad puede ser fácil determinando peso y talla para calcular el índice de masa corporal, pero las personas con obesidad pueden presentar síntomas respiratorios (generalmente disnea al caminar), sin tener necesariamente asma, por lo que "hay que hacer un exhaustivo estudio de cada caso por la poca especificidad de los síntomas".
Así, es "muy importante identificar los pacientes con síndrome asma-obesidad porque, en general, son más resistentes a la medicación inhalada con glucocorticoides inhalados, aunque, recientemente contamos con un anticuerpo monoclonal, válido para la mayoría de los asmáticos, que puede ayudar a controlar este tipo concreto de inflamación", ha señalado el especialista. Además, en casos seleccionados se ha demostrado mejoría en el control del asma tras practicar cirugía bariátrica.
PRUEBAS ESPECÍFICAS
El doctor Entrenas ha recordado que la realización de pruebas específicas es "básico para certificar el diagnóstico de asma, ya que de cada tres pacientes con síntomas que pueden atribuirse a esta enfermedad, uno no la tiene, por lo que es muy importante realizar espirometrías con pruebas broncodilatadoras para aseverar el diagnóstico o descartarlo".
Y, en el caso particular del asmático obeso, la espirometría simple puede que no sea suficiente para el diagnóstico correcto y haya que recurrir a exploraciones de función pulmonar más complejas, como la determinación de volúmenes estáticos o resistencias pulmonares.
Entrenas ha explicado que "queda mucha labor para conseguir diagnosticar los casos de asma que no saben que tienen esta enfermedad". Ha señalado que es importante estar vigilantes para reducir y prevenir las crisis, conocidas como episodios o exacerbaciones, y huir de "creencias equivocadas que no benefician a los pacientes".
En este sentido, ha destacado que alrededor de esta enfermedad existen ideas falsas como que es una enfermedad de la infancia que se supera con la edad, que es infecciosa, que los asmáticos no deben hacer ejercicio o que sólo se puede controlar con dosis altas de corticoides, entre otras.
De aquí el lema de este año relacionado con el empoderamiento. Esto significa que, como enfermedad crónica, el paciente debe aprender a manejar las distintas oscilaciones clínicas que el cuadro presenta y, especialmente reconocer el inicio del ataque de asma y saber actuar modificando su tratamiento para evitarlo.
APARECE A CUALQUIER EDAD
El especialista ha recalcado que "el asma puede aparecer a cualquier edad y no es una enfermedad infecciosa, aunque es cierto que las infecciones respiratorias virales como el resfriado y la gripe pueden provocar ataques de asma". Además, ha indicado que cuando la enfermedad está bien controlada, las personas con asma pueden hacer ejercicio e incluso practicar deportes de alto nivel, y se puede controlar en la mayor parte de los casos con dosis bajas de corticoides inhalados.
El doctor ha insistido en que el asma es "fácilmente controlable" con medicación, habitualmente administrada por vía inhalatoria, pero "sólo un 30 por ciento de los asmáticos la toma". La causa principal es la falta de adhesión a la medicación, se trata de una enfermedad crónica que requiere un tratamiento crónico, pero en ocasiones, los pacientes se confían y abandonan el uso de estos medicamentos debido a la eficacia y potencia antiinflamatoria de los medicamentos.
Hay un porcentaje de pacientes con asma, alrededor del cinco por ciento, que desarrolla asma "de más gravedad, con gran impacto en su calidad de vida, con síntomas que afectan a las actividades diarias, al sueño, requerimientos elevados de medicación y frecuentes crisis, que a veces precisan atención hospitalaria y tratamiento con corticoides sistémicos".
TRATAMIENTOS
Existen novedades en la medicación de los pacientes asmáticos graves, según ha resaltado el especialista, gracias a la medicación con biológicos, que son fármacos que bloquean las señales biológicas entre las células que causan la inflamación en el asma consiguiendo evitar los ataques, las hospitalizaciones y mejorando el control de la enfermedad.
En primavera, al realizar mayor actividad en el exterior y aumentar la exposición a los alérgenos que hay en el aire, con un menor uso de mascarilla en exteriores, puede producir un aumento de las crisis de asma, por lo que ha insistido en la importancia de mantener un buen control de la enfermedad y así prevenir las crisis.