CÓRDOBA 7 Jul. (EUROPA PRESS) -
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha señalado que, a la hora de ayudar al "prójimo", debemos tener claro que está pasando "hambre en el Sahel", que también está sufriendo "la guerra de Ucrania o de Nigeria", o bien "las inundaciones de Bangladesh y las desgracias de Haití", pero, igualmente, está "en la puerta de al lado".
Así lo ha destacado el obispo en su carta semanal, recogida por Europa Press y en la que se ha referido a la parábola del buen samaritano, que nos lleva a preguntarnos "quién es mi prójimo, de quién me tengo que ocupar, a quién tengo que atender".
La respuesta, según ha asegurado Demetrio Fernández, "es muy sencilla: tu prójimo es aquel a quien tú, movido por la caridad de Cristo, te acercas. Prójimo no es porque él está cerca de ti, sino porque tú te acercas a él, y hoy, en esta aldea global en la que vivimos, uno puede acercarse al otro de mil maneras".
En consecuencia, "hoy no nos es lejana el hambre del Sahel, ni los que pasan todo tipo de calamidades por la guerra de Ucrania o de Nigeria, o las inundaciones de Bangladesh y las desgracias de Haití, y las necesidades de tantas personas que viven a la puerta de al lado".
De hecho, según ha recordado el obispo en su carta, "las noticias nos ponen delante de los ojos todos los días y a todas horas situaciones límite, de extrema gravedad, a las que quizá nos hemos acostumbrado y no reaccionamos como el buen samaritano", pues "hay quienes no ven lo que ocurre, porque miran a otro lado; hay quienes viéndolo, pasan de largo, y hay quienes miran, ven, se compadecen y actúan en consecuencia".
En cualquier caso, según ha aclarado, "ciertamente no estamos llamados a remediar todos los males del mundo", ya que, "cuando pensamos así, nos agobiamos, porque no somos omnipotentes", de forma que "los males del mundo, particularmente los males de las personas, se nos presentan a los ojos para provocar nuestra caridad y dar lo mejor de nosotros mismos" y, de hecho, "los males cercanos o lejanos a los que nos acercamos son una provocación a nuestra manera de vivir, a nuestra manera de usar los bienes de este mundo, a nuestra comodidad y egoísmo".
En consecuencia, lo que hay que hacer, "con toda humildad", es acercarse "al que sufre por cualquier causa", pues "podemos aliviarle su sufrimiento aligerando su peso, porque cargamos nosotros con parte de ese peso, de manera que al compartirlo se hace más ligero, dándole el sentido redentor que en Cristo tal sufrimiento adquiere y, cuando el sufrimiento procede de la injusticia humana, luchando para que erradicar las causas que lo provocan".