GRANADA 17 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un estudio liderado por la Universidad de Granada ha revelado que la pobreza de la familia impacta en el funcionamiento del cerebro de los bebés, que, si nacen en hogares con menos recursos económicos y un menor nivel educativo, presentan "un funcionamiento más inmaduro, y una menor capacidad para detectar errores".
En este estudio, del que ha informado la UGR en una nota de prensa, participaron un total de 88 bebés de 16 meses, quienes "debían observar cómo se completaban una serie de puzzles simples con los que previamente habían sido familiarizados".
Los investigadores midieron la respuesta de su cerebro mediante un electroencefalograma de alta densidad, tanto cuando los puzzles eran completados correctamente como cuando eran completados erróneamente con, por ejemplo, las patas y cuerpo de un pollito con la cabeza de un elefante.
Según ha explicado la directora de este trabajo, Charo Rueda, del departamento de Psicología Experimental de la UGR, "la respuesta cerebral ante la observación de errores está bien caracterizada en adultos, y es una excelente medida del sistema cerebral relacionado con la atención y el aprendizaje".
El estudio muestra que la reacción del cerebro de los bebés de 16 meses es muy similar a la de los adultos en la misma tarea, "lo que nos permite medir la eficacia del sistema cerebral atencional en niños pre-verbales".
"Esto es importante porque este protocolo nos puede servir para detectar precozmente riesgo en el desarrollo de problemas atenciones", ha agregado Rueda.
El estudio tiene un segundo aspecto y es que por primera vez se establece una relación entre el estatus socio-económico de la familia de crianza y el rendimiento del cerebro de los bebés en la detección de errores. Esto es importante, "ya que muestra que el ambiente de crianza (la pobreza educativa y de recursos) impacta en el funcionamiento del cerebro de los niños desde bien temprano".
En este sentido, los resultados indican que el cerebro de bebés criados en familias de padres con menor nivel educativo y de recursos muestra un funcionamiento más inmaduro.
"Este dato pone de manifiesto el impacto que la pobreza puede tener en el desarrollo del cerebro desde bien temprano y de la necesidad de paliar las desigualdades educativas y económicas en pos del adecuado desarrollo de los niños", ha concluido Rueda.