CÓRDOBA 21 Mar. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) en el Instituto Universitario de Química Fina y Nanoquímica ha logrado documentar la existencia de pigmentos amarillos, azules y rojos en tres grandes estatuas de la antigua ciudad romana de Torreparedones, ubicada en el término municipal de Baena (Córdoba).
Según ha informado la UCO, a simple vista las grandes estatuas romanas que llenan las calles de roma, los museos arqueológicos de media Europa y siguen apareciendo en los yacimientos arqueológicos del territorio que ocupó el antiguo Imperio Romano son de un blanco casi inmaculado. Así llevan siglos presentándose ante los ojos de quienes han querido mirarlas con más o menos pasión.
De hecho, los artistas renacentistas las idolatraron y consideraron un ejemplo de virtuosismo artístico. El arte clásico fue entendido como la esencia del genio humano y Miguel Ángel creó su David y su Piedad imitando a los escultores griegos y romanos, tallando en la inmaculada piedra dos de las grandes obras de la historia universal del arte, pero se le olvidó, sin embargo, un detalle, que las estatuas romanas no fueron blancas en su origen, sino que estaban laboriosamente pintadas de vivos colores, aunque ni los ojos de los renacentistas, ni de cualquier persona del año 2017, sean capaz de verlos.
Así lo han sospechado durante décadas los arqueólogos y así lo ha demostrado recientemente la ciencia. Uno de los últimos trabajos en este sentido ha sido el publicado por un equipo de investigación de la UCO en el Instituto de Química Fina y Nanoquímica, integrado por los profesores José Rafael Ruiz Arrebola y César Jiménez Sanchidrián, y los investigadores Daniel Cosano Hidalgo y Laura Dara Mateos Luque, en la revista 'Microchemical Journal', en la que constatan la existencia de pigmentos de amarillo, azul y rojo en tres grandes estatuas aparecidas en el yacimiento arqueológico de Torreparedones, cuyas excavaciones dirige el profesor Carlos Márquez.
Para sacar los colores a las esculturas, el equipo de la UCO, perteneciente al Departamento de Química Orgánica, ha recurrido a la espectrometría Raman, consistente en irradiar la muestra con un láser y medir la luz dispersada, correlacionando el número de onda de dicha luz dispersada con diferentes enlaces químicos, que hacen posible determinar la naturaleza del pigmento empleado en la pintura.
Según detallan en el artículo, para conseguir conocer los colores concretos que adornaron las vestimentas de los emperadores Augusto y Claudio y la que posiblemente representara a Livia, esposa del primero de ellos, los investigadores de la UCO calibraron el espectrómetro de acuerdo con los materiales que se pensaba que eran utilizados para colorear este tipo de estatuas.
Tras someter las tres esculturas a este análisis, los investigadores concluyeron que los artistas de la Bética emplearon el oxihidróxido de hierro (goethita) para conseguir el amarillo, el óxido de hierro (hematites) para el rojo y el 'azul egipcio', un pigmento conocido desde la antigüedad, sintetizado a base de arena silícea, calcita y cobre.
El virtuosismo de aquellos antiguos pintores de estatuas no se limitó a emplear los colores planos, sino que los mezclaron con carbonato y fosfato cálcico y sulfatos para matizarlos, logrando diferentes tonalidades y dotando a sus esculturas de una profundidad, que, si se hubieran conservado, probablemente hubieran impresionado como hizo todo su arte a los renacentistas.