SEVILLA, 31 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los arroceros sevillanos esperan que las precipitaciones lleguen a Andalucía en los meses de abril y mayo para poder sembrar algo la próxima campaña, teniendo en cuenta que, en las circunstancias actuales, no podrían sembrar nada o "como mucho un diez por ciento" de las 27.000 hectáreas disponibles.
La siembra del arroz suele empezar a finales de mayo, pero hasta principios de junio el sector puede esperar si es que así consigue aprovechar el agua que caiga en primavera, según ha explicado a Europa Press el presidente de la Federación de Arroceros de Sevilla, Mauricio Soler.
"Ya el año pasado sembramos un 30% y hemos cogido menos de la mitad de la cosecha", ha recordado Soler, que apunta que no sembrar nada o solo el diez por ciento, sabiendo que por el Guadalquivir solo pasará el caudal ecológico --aquel que permite mantener la vida en el río de manera natural-- sería "un desastre" para el sector. En este punto, ha explicado que el río necesita un flujo de agua importante para que el tapón salino no vaya hacia arriba y eché a perder la cosecha arrocera.
De igual manera, ha apuntado que, de sembrar algo, serían variedades de arroz redondo, con "mejor precio" y ha advertido que del largo viene "mucho de fuera", lo que afecta en el precio que reciben los agricultores.
Cabe recordar que la pasada cosecha del arroz ha sido complicada. Las previsiones eran pesimistas y las cifras reales fueron "desastrosas" en algunas zonas. En concreto, en el margen derecho los rendimientos no pasaron de 4.000 kilos por hectárea, "menos de la mitad de lo que se suele cosechar", y en la margen izquierda alrededor de 8.000 kilos por hectárea.
Además, solo se sembró un 30% de las 27.000 hectáreas disponibles, y, por tanto, "no fue un buen año" tanto por "las malas condiciones del río" --con una alta salinidad y con apenas caudal ecológico-- como por las altas temperaturas del mes de julio.
Los arroceros también han destacado que su labor "devuelve cristalina el 75% del agua que captan con materiales en suspensión", lo que les convierte en "un filtro del río", además de ser "la despensa de Doñana" ayudando a su diversidad de flora y fauna.