SEVILLA 16 Jun. (EUROPA PRESS) -
La compañía Chavsa, con sede central en Sevilla y dirigida por Simón Chávarri, ha volcado sus más de 35 años de experiencia en la creación de un sistema para adaptar, de forma integral, oficinas y espacios de trabajo a las necesidades del Covid-19, con un asesoramiento global que tiene en cuenta tanto las nuevas exigencias de seguridad e higiene como la creación de una cultura de "oficina saludable", basada en la formación y la información, así como recomendaciones de regulación para el teletrabajo y el trabajo en oficinas.
En un comunicado, la firma destaca que el objetivo final es crear entornos de confianza, seguros y funcionales, en un contexto en que la seguridad y la salud se han convertido, en la fase de la "nueva normalidad", en dos de los principales valores para hacer de la oficina un espacio atractivo. "La actividad presencial en oficinas seguirá manteniéndose, ya que el trabajo colaborativo y en equipo mejora la productividad y las ideas. La clave será introducir más flexibilidad y criterios de seguridad en el puesto de trabajo, lo que implica la remodelación de los espacios y la asimilación de protocolos de higiene y seguridad para mantener las garantías sanitarias", ha explicado la responsable del departamento de proyectos de Grupo Chavsa, Ana Belén Crisóstomo.
"Para atraer el talento, hay que ofrecer espacios atractivos que generen comunicación, sean funcionales y hagan más felices a los trabajadores, y por lo tanto más productivos. Lo que va a cambiar es cómo verá el talento un espacio atractivo", ha añadido. Por lo que respecta a la oficina saludable, la nueva cultura pasa por formar a empleados en factores de riesgo del Covid-19 y en cómo protegerse. En segundo lugar, es necesario crear rutinas de higiene y pautas de desinfección, que deben correr a cargo de empresas especializadas. Por último, las empresas deben contar con planes de emergencia para, en el supuesto de que fuera necesario, cerrar la oficina.
Así, una de las primeras medidas que se debe acometer tiene que ver con la mejora de la calidad del aire. "Esto supone implementar, dentro de lo posible, un mayor número de renovaciones de aire, uso de filtros de alta eficiencia y, en algunos casos, un aumento de la potencia de la maquinaria para compensar una mayor entrada de aire exterior", ha afirmado Crisóstomo.
Por otro lado, la redistribución de los puestos de trabajo tiene en cuenta las distancias de seguridad y los recorridos para evitar contactos. En las zonas comunes, es importante regular normas para el uso de ascensores y escaleras, así como marcas en suelo que permitan fijar recorridos predeterminados que eviten el cruce de personas.
En cuanto al redimensionamiento de los espacios, la "nueva realidad" exige un mayor número de espacios privados cerrados para el trabajo individual, y las zonas para videoconferencias y transmisiones 'on line' ganan protagonismo. Las propias salas de reuniones han de rediseñarse, lo que en muchos casos implica ampliaciones que permitan el mantenimiento de las adecuadas distancias de seguridad. Por lo que respecta a los materiales, hace que cobren protagonismo aquellos que registran una menor persistencia del virus y que permiten una limpieza fácil, materiales poco porosos y que resistan el contacto con agentes agresivos utilizados para limpieza y desinfección. Las mamparas de separación entre zonas y puestos de trabajo representan el tipo de artículo de seguridad más característico.
Otro gran ámbito de intervención tiene que ver con el control y la dotación de medidas de seguridad específica para empleados. Así, el control de temperatura mediante cámaras termográficas es una de las líneas más frecuentes, así como la habilitación de dispensadores de geles desinfectantes en lugares estratégicos. Como criterio general, se busca reducir el número de puntos comunes de contacto, automatizando mecanismos y suministros como las puertas o los grifos.
"Podemos sacar algunas conclusiones según nuestra propia experiencia y la de las empresas con las que trabajamos, en las cuales se está aplicando el teletrabajo al 100 por cien, y es que la bajada de productividad es notable en algunos puestos, la colaboración entre trabajadores es más difícil, se pierde la componente emocional que tanto valoramos en nuestros proyectos, las herramientas son más ineficientes, y los lugares de trabajo más incómodos", ha asegurado Crisóstomo. "Algo sí está claro: se impone una nueva forma de trabajo, en la que la flexibilidad será la consigna".