ZARAGOZA 24 Oct. (EUROPA PRESS) -
Profesionales del Hospital Clínico de Zaragoza, con la colaboración de un equipo de Enfermería perfusionista del Miguel Servet, han realizado por primera vez y con éxito una cirugía hepática extrema, en la que han extraído mediante una técnica muy poco habitual la parte enferma del hígado a un paciente con metástasis hepáticas de cáncer de colon, que ya ha sido dado de alta con un "excelente estado de salud" y libre de enfermedad.
Esta compleja cirugía la han llevado a cabo profesionales de la Unidad de Cirugía Hepatobiliopancreática y Trasplante Hepático del Servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza, ha informado el Gobierno de Aragón.
CIRUGÍA HEPÁTICA EXTREMA
Uno de los cirujanos que ha realizado esta intervención quirúrgica, Vicente Borrego, ha explicado que muchos tumores hepáticos son considerados "no operables" mediante las técnicas convencionales debido a su tamaño, localización o infiltración de estructuras vasculares vitales como la vena cava.
Sin embargo, pueden ser potencialmente operables si se consigue una mejor exposición durante la cirugía y se dispone de tiempo suficiente para la intervención y para realizar las reconstrucciones vasculares que implican. "En esto consiste el concepto de cirugía hepática extrema", ha señalado el doctor Borrego.
Su compañera Pilar Palacios ha destacado que la cirugía hepática extrema no es posible sin un trabajo "en conjunto y meticuloso" de muchos de los servicios hospitalarios del Clínico y de las enfermeras perfusionistas del Miguel Servet.
"Juntos hemos conseguido que la preparación para la cirugía, la propia intervención quirúrgica y los cuidados postoperatorios hayan dado este éxito para la sanidad aragonesa", ha remarcado la doctora, quien ha insistido en que "la implicación y la profesionalidad de todo el personal médico, de enfermería, auxiliares y celadores ha sido clave para planificar y efectuar esta compleja intervención".
El otro cirujano encargado de la operación, José Martínez, ha concluido que, tras este éxito, estos pacientes tienen una opción quirúrgica si son derivados cuanto antes a un centro especializado, como es el Hospital Clínico, dado que cuenta con un equipo multidisciplinar "de amplia experiencia" en este campo.
La realización de esta técnica ha sido posible gracias a los últimos avances en el trasplante hepático, un procedimiento para el que esta unidad de cirugía es la única acreditada en Aragón. Además, forma parte del estudio multicéntrico nacional de Trasplante Hepático en Pacientes con Metástasis Hepáticas Colorrectales Irresecables (TRASMETIR), de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
En un primer momento, con este paciente se considera la posibilidad de un trasplante de hígado, pero se descarta porque los criterios de inclusión para las metástasis hepáticas de origen colorrectal son "muy estrictos", a pesar de que España es líder mundial en la donación, debido a la escasez de órganos.
EN QUÉ CONSISTE LA INTERVENCIÓN
En el caso de este paciente, la metástasis de gran tamaño estaba localizada en la cara posterior del hígado, invadiendo las venas de drenaje hepático y la vena cava, por lo que la resección hepática --la extirpación-- había que realizarla con el hígado movilizado fuera del abdomen.
Para llevar a cabo esta compleja cirugía, primero hay que preparar el órgano a intervenir con dos técnicas combinadas: un baipás veno-venoso extracorpóreo, que redirige la circulación hacia el corazón por una bomba gracias a un sistema cardio-respiratorio de oxigenación de membrana extracorpórea (ECMO); y la hipotermia.
Así, los cirujanos han explicado que para reducir el daño hepático por la interrupción del flujo sanguíneo en el hígado, especialmente grave en pacientes que han llevado una quimioterapia preoperatoria agresiva, como es el caso, se hace fluir una conservación hipotérmica hacia el órgano y se cubre con hielo durante la cirugía.
La hipotermia, junto con la ECMO, permite realizar al extirpación quirúrgica de parte del hígado con más seguridad al disponer de más tiempo y de un campo sin sangre, a la vez que permite reconstruir las estructuras vasculares.
La reconstrucción vascular se puede realizar con injertos del propio paciente, protésicos o de donante fallecido, que ha sido la opción elegida en este caso.
"Éramos conscientes de que todos asumíamos un reto profesional que implicaba salir de nuestra zona de confort, con el único fin de darle al paciente la oportunidad de recuperar su vida. Por eso nos sentimos profundamente orgullosos del excelente trabajo que hemos realizado entre todos", ha concluido la doctora Palacios.