La red de semillas de Aragón invita a conocer qué tienen de especiales el pimiento Luesia y las zanahorias de Ateca

El pimiento Luesia protagonizará una de las catas organizada por la Red de Semillas de Aragón.
El pimiento Luesia protagonizará una de las catas organizada por la Red de Semillas de Aragón. - RED DE SEMILLAS DE ARAGÓN

ZARAGOZA, 29 Sep. (EUROPA PRESS) -

La Red de Semillas de Aragón quiere dar a conocer las bondades de las hortalizas locales y para ello ha organizado dos catas los próximos 3 y 7 de octubre con el fin de contrastar la aceptación de variedades tradicionales como el pimiento Luesia y las zanahorias amarillas y moradas de Ateca.

El ensayo permitirá comparar las diferencias con otras variedades comerciales y contribuirá a los trabajos agronómicos comparativos que se viene realizando desde 2017 con el apoyo del Gobierno de Aragón.

El gran reto es conseguir que estos productos tradicionales vinculados al territorio superen las barreras de los convencionalismos y den el salto a los platos de los consumidores. Para ello, la Red de Semillas de Aragón ha organizado el próximo 3 de octubre una primera cata de pimientos en el Centro Joaquín Roncal, Fundación Caja Inmaculada, de Zaragoza.

Cuatro días más tarde, el día 7, se llevará a cabo una cata de zanahorias en el bar La Causa, ubicado en el barrio de la Magdalena de la capital aragonesa.

El pimiento Luesia, cuyo nombre no hace referencia a su lugar exacto de origen, es una variedad recuperada por el Banco de Germoplasma Hortícola de Zaragoza, que proviene de una selección de pimientos de la Ribera Alta del Ebro y las Cinco Villas. Se le llama de bola, de asar, o morrón.

De forma acorazonada, carne muy gruesa y dulce, es apto para la industria conservera, aunque tiene el corazón grande. Los últimos pimientos que cuajan se quedan del tamaño de un padrón y es típico hacerlos encurtidos.

Por su parte, las zanahoria moradas y amarillas de Ateca, o zanahorias borriqueras, han sido cultivadas y conservada su semilla por varias generaciones en la familia de Antonio García, agricultor de Ateca, y que heredó este conocimiento de su familia.

Además de sus colores, que las diferencias de las zanahorias comerciales, las zanahorias de Ateca destacan por tener una piel fina, un aroma fuerte a hierba y sabor dulce. Son de cocción rápida y tradicionalmente se comían en fresco para alimentar a los caballos y las de menor tamaño se dejaban para consumirlas en casa. DE hecho, había mucha tradición de hacerlas encurtidas.

Las actividades pretenden crear lazos entre los sectores de producción y hostelería con los consumidores para que las variedades se incluyan en la dieta del territorio y así fomentar la biodiversidad cultivada tradicional, que es clave para enfrentar la crisis climática.

Las variedades tradicionales, al haber sido cultivadas por mucho tiempo en los territorios, guardan una memoria genética de los factores ambientales, lo que les permite tener una mejor adaptación y resiliencia frente a eventos climáticos adversos.

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