OVIEDO 6 Feb. (EUROPA PRESS) -
El procesado por intentar matar a su expareja a golpes con un martillo y con un punzón en la casa que compartían en Gijón, porque pensaba que ella lo iba a abandonar, ha aceptado este martes una condena de 6 años y 3 meses de prisión.
El juicio que estaba previsto en esta jornada en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, con sede en Oviedo, a las 10.00 horas, no se ha llegado a celebrar al reconocer el procesado los hechos y llegar a un acuerdo con las partes.
Además de la pena de privación de libertad ha aceptado la prohibición de acercarse a la victima en un periodo de nueve años. El escrito de la Fiscalía se modifica y reconoce que en el momento de los hechos el procesado sufría trastorno depresivo de entidad importante que limitó sus facultades cuando cometió el delito. La Fiscalía solicitaba inicialmente la pena de 9 años de prisión y 10 de alejamiento.
Según los hechos, el procesado, de 63 años de edad, mantenía una relación sentimental desde hacía unos 12 años aproximadamente con su pareja, de 65 años. Ambos convivían en Gijón, convivencia que habían reanudado en el mes de junio de 2016, después de que ella abandonara la vivienda en el mes de enero de ese año tras una ruptura temporal de la pareja, motivada por el carácter muy absorbente y posesivo del procesado, así como el control coercitivo que desplegaba sobre la víctima en la relación, lo que había provocado ya varios intentos de ruptura por parte de la mujer.
Sobre las 16.00 horas del día 11 de noviembre de 2016, cuando la pareja estaba sola en casa, el procesado, que creía que su pareja lo iba a volver a abandonar, decidió poner fin a la situación y acabar con la vida de la mujer. Así, tras coger un martillo y un punzón metálico de forma cilíndrica y con mango de madera de entre las diferentes herramientas que tenían en casa para uso doméstico, y aprovechándose de que la mujer se encontraba en ese momento descansando en la cama del dormitorio, se dirigió a la habitación con el martillo en una mano y en la otra el punzón, en actitud amenazante y con las manos levantadas.
La víctima se percató de ello, pese a que se encontraba acostada de espaldas a la puerta de la habitación, ya que se giró al oír cómo el procesado entraba apresuradamente en la habitación, por lo que trató de incorporarse al advertir su actitud agresiva. No obstante, no pudo hacerlo y recibió dos golpes con el martillo en la cabeza.
La mujer se tiró entonces de la cama al suelo e intentó acercarse a la ventana, donde recibió varios golpes más propinados con el martillo en la región frontal y témporo-parietal bilateral de la cabeza. La víctima inició en ese momento un forcejeo con el procesado para tratar de salir de la habitación y evitar los golpes, dando para ello varias patadas al hombre e intentando sujetarle las manos en las que llevaba el martillo y el punzón, cayendo finalmente al suelo.
El procesado le propinó entonces dos golpes con el punzón, uno en la base del cuello y el otro en la pierna izquierda. A continuación, el hombre salió de la habitación y la dejó tirada en el suelo, circunstancia que aprovechó la mujer para levantarse, salir corriendo de la vivienda y pedir auxilio. Fue socorrida por algunos vecinos que alertaron a la Policía, que detuvo al procesado en el interior de la casa.
A consecuencia de los diferentes golpes recibidos, la víctima sufrió numerosas lesiones de las que tardó en curar 33 días, de los cuales siete estuvo hospitalizada. Le quedaron como secuelas varias cicatrices y una reacción vivencial a los hechos vividos pero sin llegar a constituir la misma un síndrome de estrés postraumático. Los gastos hospitalarios ascendieron a 1.421 euros.