OVIEDO 5 Dic. (EUROPA PRESS) -
El presidente de la Junta General del Principado, Juan Cofiño, ha manifestado este jueves que "urge cerrar el asunto territorial excluyendo, de una parte, la vuelta al viejo centralismo, y de otra, el pretendido derecho a la independencia". "Acaso progresar hacia un federalismo ahormado en torno al ideal del patriotismo constitucional de resonancias habersianas, (aquel que apela al amor a los propios frente al nacionalismo que entraña el odio a los demás), enarbolando la bandera de la igualdad y de la solidaridad entre territorios y personas, se erija en el camino a explorar para cerrar definitivamente el modelo".
Cofiño ha pronunciado estas palabras durante su discurso en el acto que conmemora el cuadragésimo sexto aniversario de la aprobación de la Constitución de 1978.
Paea Cofiño "el ensamblaje constitucional que pergeña el artículo segundo en relación con la articulación territorial resulta un esfuerzo arduo, como estamos comprobando, pero debe abordarse como una auténtica cuestión de Estado, para evitar legar a generaciones posteriores un problema que tenemos la obligación de resolver; este es un asunto que somete a los partidos políticos del sistema a una auténtica prueba de fuego, que, si aciertan a resolver, les devolverá parte del aprecio ciudadano desbaratado por el camino".
"Desde luego, desterrando, en cualquier caso, como opción plausible, el avance de las lógicas confederales, que emergen recurrentemente, con una gran capacidad disgregadora y un enorme potencial para quebrar los principios constitucionales. Las pulsiones nacionalistas en torno a la fiscalidad asimétrica y sus aspiraciones en relación con la financiación autonómica evidencian los riesgos latentes", añade.
Para el presidente de la cámara legislativa asturiana "quienes abanderan la quiebra del modelo constitucional -el independentismo- deben saber -y las instituciones del Estado les instarán a ello- que cumplir las reglas democráticas no es una opción, sino una obligación elemental, exigible e irrenunciable".
Y añade que "Cataluña y el País Vasco son sociedades abiertas, y no es lícito que una sola voz pretenda el monopolio de un discurso público basado en unas esencias en muchas ocasiones imaginarias e inexistentes. Los más apasionados independentistas catalanes han caído en el vicio que Hobsbawm identificó como la 'invención de la tradición': implica el uso de viejos materiales para construir tradiciones inventadas de género nuevo para propósitos nuevos, y a menudo comporta el recurso al engaño y a la falsificación de la historia".
"La España constitucional sabrá responder a estos retos, dialogando y recuperando consensos. Somos una inmensa mayoría quienes queremos convivir en una nación moderna y plural, abierta al mundo y dueña de su futuro", señala cofiño.
Afirma que "nuestra democracia constitucional mantiene su 'autorictas', es decir, la vigencia de los principios de justicia, procedimientos y garantías, pero flaquea en su 'potestas': no dispone de los medios necesarios para dar satisfacción a las demandas crecientes del moderno estado del bienestar.
"Si a ello añadimos la impotencia y la confusión reinante propiciada por el arrinconamiento de la razón, sustituida por la propaganda, manejo y la utilización maliciosa de las emociones -con mención especial a las redes sociales- no resulta extraño que prendan discursos y movimientos populistas que reviven la quimera de "otra democracia posible", o, utopías regresivas que ya se experimentaron en el pasado con los lamentables resultados de todos conocidos", añade.
En este sentido, destaca que las democracias liberales "sobreviven asediadas por el regreso de populismos variados, que están ocupando progresivamente el espacio vacante que ha generado el fracaso de los agentes de intermediación tradicionales. Se ha consolidado una gran desafección en relación con la democracia representativa que están aprovechando seudolíderes caracterizados por comportamientos desinhibidos y en ocasiones brutales, los nuevos alquimistas del malestar".
"Ante este estado de cosas, estamos compelidos a suturar esta hemorragia reseteando nuestra democracia liberal, sin atajos. Volver a instalarnos en la cultura política de la negociación y la transacción en torno a los asuntos más relevantes para todos, aquellos que están en la base de la desigualdad", apostilla.