SANTANDER, 23 Dic. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio genético fruto de una colaboración internacional con participación de la Universidad de Cantabria (UC), que apareció este miércoles en la revista 'Nature', ha trazado el movimiento de personas desde la Europa continental hacia el sur de Gran Bretaña durante la Edad del Bronce.
En el análisis más grande de este tipo publicado hasta la fecha, los científicos examinaron el ADN de cerca de 800 individuos, incluidos restos humanos procedentes de las cuevas del Espinoso, en La Franca (Asturias) y de La Fragua, en Santoña (Cantabria), ha informado la UC en nota de prensa.
Se trata de restos recogidos en excavaciones desarrolladas por investigadores de la Universidad de Cantabria y estudiados por Borja González Rabanal y Ana Belén Marín Arroyo, del Grupo EvoAdapta, y por el catedrático de Prehistoria de la UC e investigador del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) Manuel González Morales, coautores de este artículo.
El estudio, liderado por la Universidad de York, la Facultad de Medicina de Harvard y la Universidad de Viena, muestra que las gentes que se trasladaron al sur de Gran Bretaña entre el 1300 y el 800 a. C. fueron responsables de aproximadamente la mitad de la ascendencia genética de las poblaciones posteriores.
La combinación de la información genética y arqueológica sugiere que, "en lugar de una invasión violenta o un solo evento migratorio, la estructura genética de la población cambió a través de contactos sostenidos entre Gran Bretaña y Europa continental durante varios siglos, como el movimiento de comerciantes, matrimonios mixtos y movimientos a pequeña escala de grupos familiares", señala González Morales.
El estudio encuentra evidencias de que los nuevos migrantes se mezclaron por completo con la población del sur de Gran Bretaña en el periodo de 1000-875 a.C.
Los investigadores afirman que el origen de estos migrantes aún no se puede establecer con certeza, pero "lo más probable es que proviniesen de lo que hoy en día es Francia y sus alrededores", explica Marín-Arroyo.
La Edad del Bronce Medio y Final fue una época en las que las comunidades agrícolas se expandieron por los territorios del sur de Gran Bretaña y se desarrollaron extensas rutas comerciales para permitir el movimiento de minerales metálicos para la producción de bronce, la materia prima de las armas y objetos de prestigio de la época, que vincularon a regiones de amplias zonas de toda Europa.
El arqueólogo principal del estudio, el profesor de la Universidad de York Ian Armit, señala que "hace mucho tiempo que sospechamos, basándonos en patrones de comercio e ideologías compartidas, que el Bronce Medio y Final fue una época de intensos contactos entre comunidades de Gran Bretaña y Europa".
"Si bien alguna vez pensamos que la movilidad a larga distancia estaba restringida a unas pocas personas, como comerciantes o pequeñas bandas de guerreros, este nuevo testimonio del ADN indica que se movía un número considerable de personas de todo el espectro social", añade.
OTROS DATOS
El equipo de la UC ha analizado en concreto los restos de cuatro individuos en dos cavidades que fueron utilizadas como lugares de enterramiento: La Fragua (Cantabria), correspondiente al Bronce antiguo, y El Espinoso (Asturias), del Bronce Final, excavadas por González Morales en los años 80 y 90.
Los tres individuos de esta última cueva son, en palabras de González Rabanal, "especialmente interesantes". "Tienen un porcentaje de ascendencia de la estepa centro-europea de en torno a un 30%", uno de los más elevados de los yacimientos de toda la Península Ibérica. Además, tienen el mismo linaje mitocondrial y los científicos han podido determinar, gracias al estudio del ADN nuclear, que son parientes de segundo y tercer grado, compartiendo núcleo familiar.
También se ha podido comprobar una alta tolerancia a la lactosa en las poblaciones británicas, "mucho más elevada de la que indicaban únicamente las evidencias arqueológicas, revelando la importancia del pastoreo en estas poblaciones", según Marín-Arroyo.
Además, la nueva información del ADN puede arrojar luz sobre la antigua pregunta de cuándo llegaron las primeras lenguas celtas a Gran Bretaña, viéndose ahora que se pudo producir durante la Edad del Bronce y no durante la Edad del Hierro como se pensaba.