OVIEDO 21 Oct. (EUROPA PRESS) -
El escritor estadounidense Richard Ford ha pedido rescatar el valor de la palabra 'política' para que evoque la necesidad de una respuesta imaginativa que nos hiciera recuperar la capacidad de vivir juntos, y para que no acabe siendo un sinónimo de "egoísmo, cinismo, engaño y despropósito", como en su país.
Ha iniciado su discurso con unas palabras en castellano durante la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, tras recibir el galardón de las letras. Después, Ford ha propuesto "actos de imaginación encaminados a inventar la alegría", ante su "veloz mengua" en el mundo actual, planteando ejemplos como las desigualdades y renta y abatimiento económico en España, la posibilidad de que Donald Trump acabe siendo el presidente de su país o la situación de franceses, griegos o eritreos.
El literato ha comentado que "los asuntos graves" le vuelven "demasiado grave; en el mundo actual, el mundo que vemos a nuestro alrededor, hay excesiva gravedad, y ello no predispone demasiado a la alegría -los norteamericanos lo vivimos cuando vemos que Donald Trump puede llegar a ser nuestro próximo presidente-". Y les pasa lo mismo, según Ford, "a los ciudadanos españoles cuando ven las desigualdades de renta y el abatimiento económico. Y les pasa también a los franceses, y a los griegos, y a los eritreos que huyen de África".
"Al parecer la alegría mengua velozmente en el mundo; por lo que supongo que se hacen aún más necesarios los actos de la imaginación encaminados a inventarla", ha añadido.
Se ha detenido en la necesidad de aunar la desdicha con la felicidad mediante actos de imaginación, y ha citado para ello a Miguel de Cervantes y a Ortega y Gasset. "¿Por qué no tratamos -como hizo Cervantes- de imaginar más, por mucho que las fuerzas reduccionistas de la convención social nos digan que imaginemos menos?", ha reclamado. "Los actos poéticos", ha comentado citando a Ortega, "son a un tiempo actos políticos".
Ha querido también en su intervención representar a sus "colegas" escritores del mundo, "que valerosamente están haciendo grandes cosas en pro de la tolerancia y la empatía y el destino de todos, a menudo en circunstancias mucho más difíciles de las que yo haya tenido que afrontar nunca. Yo no vuelvo a casa en Siria. No vuelvo a casa en Birmania, o en Sudán del Sur, donde la tarea de la literatura -hacer que algo suceda, hacer que una vida vacía se convierta en poética para bien de todos- es prácticamente imposible", ha lamentado.
Se ha comprometido, por último, a "procurar no pensar que este maravilloso obsequio es un galardón que se me otorga al final de mi andadura, no pensar que soy demasiado viejo, que estoy en el ocaso de mi vida, sino más bien considerarlo un estímulo, un afianzamiento de mi determinación de crear algo provechoso para el mundo".