OVIEDO, 12 Jul. (EUROPA PRESS) -
Los países más pobres y menos desarrollados, con una menor tasa de penetración de las vacunas contra la Covid-19, experimentarán un menor crecimiento del PIB, por lo que la pandemia tendrá un mayor efecto sobre sus economías. Esta es la conclusión a la que ha llegado una investigación liderada por la Universidad de Oviedo que ha sido publicada en la revista 'Journal of Global Health'.
El trabajo realizado por las profesoras Ana Suárez Álvarez y Ana Jesús López Menéndez, ambas investigadoras del Departamento de Economía Aplicada de la universidad asturiana, ha analizado la desigualdad territorial en la distribución de las vacunas, sus principales determinantes y su incidencia sobre el crecimiento del PIB y la recuperación económica en un contexto de pandemia.
Las investigadoras destacan que la evidencia empírica muestra un gran nivel de desigualdad en la distribución de vacunas en el mundo, aunque también refleja que esta inequidad ha disminuido ligeramente en los últimos meses.
"Los análisis realizados nos revelan algo que ya esperábamos y es que los países más desarrollados han logrado una mayor tasa de vacunación entre su población, mientras que los países menos desarrollados, especialmente los del continente africano, no han sido capaces de vacunar a su población de manera efectiva", comenta Ana Suárez.
"Estos países han iniciado las campañas de vacunación más tarde que los países desarrollados y vacunan a la población a un ritmo mucho más lento, por lo que no son capaces de reducir su distancia con los países desarrollados en términos de vacunación", añade.
UNA DISTRIBUCIÓN MUY DESIGUAL
A finales de diciembre de 2021, el continente con el mayor número de personas totalmente vacunadas era Europa, seguida de América del Norte y América del Sur. África era el continente con la menor proporción de personas completamente vacunadas, con menos del 10% de su población con la pauta completa a finales de octubre.
"Nuestros hallazgos muestran que la situación es más desafiante en los países menos desarrollados, especialmente en los africanos, debido a los débiles sistemas de salud y las bajas tasas de vacunación", asegura Ana Jesús López.
"Además, encontramos una relación positiva entre la proporción de individuos vacunados y el PIB. Así, los países más pobres y menos desarrollados, con menor esperanza de vida y más muertes cardiovasculares, tienen una baja penetración de la vacunación y experimentarán un crecimiento del PIB más bajo", subraya.
El trabajo refleja, de este modo, que la vacunación no solo es beneficiosa para la salud de las personas, sino también para la economía, dado que la proporción de personas completamente vacunadas tiene un efecto positivo en el crecimiento económico.
"La relación entre vacunación y economía actúa como un círculo vicioso. Aquellas personas que viven en países menos desarrollados tienen una menor probabilidad de ser vacunadas, lo que se traduce en un mayor riesgo de morir por Covid y, a su vez, una tasa de vacunación baja compromete el futuro económico de estos mismos países", afirma Suárez.
Para tratar reducir las desigualdades en el acceso a la vacunación, en abril de 2020, varias organizaciones multilaterales, lideradas por la OMS. entre otras instituciones, crearon la iniciativa global COVAX. Sin embargo, esta plataforma no ha tenido el éxito esperado hasta el momento y los países pobres siguen teniendo menos acceso a las vacunas que los países ricos.
"Creemos que COVAX debe hacer mayores esfuerzos para garantizar el acceso a las vacunas para todos. Del mismo modo, sería recomendable que los países más desarrollados y con mayores recursos económicos ayuden a los países menos desarrollados a acceder a las vacunas. La COVID es un problema global y nadie debe quedar fuera de la solución", manifiestan ambas investigadoras.
Los hallazgos de ambas profesoras abren nuevas posibilidades para futuras investigaciones. "El acceso a información más amplia y actualizada nos permitiría ampliar la evidencia existente y aumentar la solidez de los resultados. Además, sería de gran interés profundizar en el análisis de las causas de la desigualdad en el acceso a las vacunas, distinguiendo entre factores institucionales, principalmente relacionados con la distribución, y actitudes individuales, como la indecisión o la falta de información. Estas aportaciones nos ayudarían a acercarnos al objetivo común de reducir al máximo la desigualdad existente", concluyen las investigadoras.