OVIEDO, 14 Abr. (EUROPA PRESS) -
La escritora Mónica Rodríguez (Oviedo, 1963) ha querido trasladar a las niños la realidad y la crudeza de la emigración, a través de la novela 'Alma y la isla', que narra la relación de Alma, una niña etíope acogida por una familia de pescadores en la isla italiana de Lampedusa, y Otto, el más pequeño de los niños de la casa.
La obra ganó el Premio de Literatura Infantil y Juvenil de la Editorial Anaya en 2015. Este jueves tendrá lugar la presentación oficial de la obra en el Edificio Histórico de la Universidad. En el acto, la autora estará acompañada por el rector de la Universidad de Oviedo, Vicente Gotor, y por el escritor Gonzalo Moure Trenor.
Entrevistada por Europa Press, la escritora ha explicado su interés en mostrar a los más pequeños el fenómeno de la emigración, "que está en la realidad, que es muy duro, muy complejo, de difícil solución y que lo tenemos todos los días muy cerca y muy presente". Y eso hace Rodríguez, hasta el punto de que la obra ni siquiera termina con una "pastelada" feliz que demandarían los cánones literarios convencionales en estos casos, sino con un final ambiguo, más agrio que dulce.
Así, pese a que la novela está destinada, según la estimación de Anaya, para niños a partir de los diez años, la historia muestra la crudeza de la experiencia de los emigrados forzosos sin hacer concesiones. Lo describe tanto en la llegada de los cadáveres flotando a las playas de la isla como en las evocaciones del pasado de Alma y las razones por las que se vio obligada a huir de su tierra: la violencia, las mafias que trafican con personas, el sufrimiento de su familia y de sus hermanos.
A la libre interpretación de cada lector cede la autora las posibles metáforas que entraña su argumento. Los celos que Otto siente por la aparición de Alma y las atenciones que toda su familia ofrece a la recién llegada en su perjuicio podrían reflejar el recelo que en las sociedades occidentales siempre provoca la llegada del emigrante.
Las visiones de los padecimientos del pasado de Alma que a Otto le provoca el amuleto mágico que le regaló otro emigrante etíope, Suleiman, que es idéntico al que lleva Alma, vendría a representar una llamada a la comprensión por parte de la sociedad anfitriona de las circunstancias que obligan a huir a los emigrantes. "Los vemos convertidos en cifras y no nos ponemos en el lugar de cada persona para conocer su historia", ha lamentado Rodríguez.
La facilidad con la que las ancianas y los pescadores del pueblo se acaban acostumbrando a la llegada de embarcaciones y "cuerpos negros" flotando a sus playas es un guiño a la normalidad con la que las sociedades occidentales, según la escritora ovetense, han asumido el problema de la emigración.
LOS SENTIMIENTOS DE LOS NIÑOS
Rodríguez comenzó a escribir 'Alma y la isla' hace un año, cuando aún no había estallado la crisis de los refugiados que ha puesto de nuevo en la primera línea de la actualidad el telón de fondo de esta novela. Dos fueron sus fuentes de inspiración: un documental sobre la llegada de inmigrantes a la isla de Lampedusa y la convivencia entre su propia hija y una niña saharaui, a la que acogió durante tres meses en su casa, en el marco del programa Vacaciones Solidarias.
Al respecto de esta última cuestión, la autora también recalca que otro de los objetivos de su novela es reflejar la necesidad de comprender los sentimiento de los niños. Los recelos iniciales de Otto hacia Alma son contemplados por sus padres y hermanos como un mero capricho. Sin embargo él vive en su interior una "tormenta emocional".
"Yo lo viví con mi hija cuando llegó Amaina", explica. "Tuvimos situaciones difíciles", reconoce. Pero después su relación fue cambiando. Entiende la autora que la experiencia al final fue muy positiva, y eso es otro de los aspectos que trata de reflejar en la novela.
'Alma y la isla' es la trigésima obra de Mónica Rodríguez. Sale a la venta con tapa dura e ilustraciones de la artista cacereña Esther García. "Un trabajo maravilloso y lleno de metáforas", como la propia autora lo define.
La autora, que lleva toda la vida escribiendo, comenzó a publicar en 2003. Ha recibido varios premios, entre ellos el de Novela Juvenil del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón, el de la Crítica de Asturias o el de Literatura Infantil de la Ciudad de Málaga.