SANTANDER, 1 Oct. (EUROPA PRESS) -
Juan Echanove da vida a Francisco de Quevedo en 'Sueños', una versión libre de la obra más personal del autor del Siglo de Oro que llega el próximo sábado, 7 de octubre, a la Sala Argenta del Palacio de Festivales, a las 20.30 horas.
Se trata de una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico con La llave maestra producciones artísticas y Traspasos Kultur.
Con la vocación de acometer la puesta en escena de un amplio repertorio del teatro universal, y tras la adaptación de Dostoievski, comienza a gestarse en 2016 la idea de adaptar una de las obras filosóficas más interesantes de Francisco de Quevedo, Los
sueños (titulados originalmente Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y engaños en todos los oficios y estados del mundo).
Esta idea inicial ha derivado en Sueños, una versión libre de José Luis Collado con Gerardo Vera en la dirección y con un reparto formado por una decena de actores entre los que se encuentra Juan Echanove dando vida al propio Quevedo. Le acompañan Óscar de la Fuente, Markos Marín, Antonia Paso, Lucía Quintana, Marta Ribera, Chema Ruiz, Ferran Vilajosana, Eugenio Villota y Abel Vitón.
"Zambullirse en ese caudaloso discurso lúcido y doloroso sobre la decadencia de un imperio, es una insensatez de la que solo eres consciente cuando ya estás con el agua al cuello tratando de sobrevivir a esa embestida directa contra las conciencias que es la obra magna del gran cronista de la realidad española sin adornos, sin coartadas, yendo a lo más profundo de la herida aunque te empapes en su sangre", señala Gerardo Vera.
En su opinión, la realidad del XVII "era tan contundente que solo se podía vegetar o vivir en carne viva. Y así vivió Quevedo, contemporáneo de Velázquez, pintor también de la liquidación española. Eso hemos intentado reflejar a partir de su obra más personal, sus Sueños, crónica dolorosa y lucida de una España presa de la corrupción de las monarquías de Felipe III y Felipe IV, presa del ocio y de la ignorancia, donde la filosofía era esclavizada por la teología".
"Todo olía a podrido en Madrid y en las Españas, y ahí es donde escandalizan los sueños, chismosos y veraces, caricatura, testimonio, dolor y carcajada, escritos por una mano manchada por el dolor que rezuma su propia herida interior. Quevedo se convierte, sin querer, en el testigo más fiel de cómo un imperio empieza a desmoronarse".