SANTANDER, 12 Jul. (EUROPA PRESS) -
La pandemia de coronavirus ha supuesto un incremento de las conductas suicidas en todo el mundo, pero con una "variabilidad enorme" entre países, regiones, grupos de edad y sociales o razas. Es decir, "no hay un efecto de la pandemia en el suicidio sino que hay un montón", probablemente vinculados al contexto, al impacto de la enfermedad en cada país y las medidas adoptadas por cada uno de ellos.
En el caso de España se produjo un aumento del suicidio algunos meses sobre todo en hombres mayores, jubilados, si bien "hay una variabilidad descomunal" debido diferentes efectos de la pandemia --muertes, parte económica, aislamiento-- que ofrecen diferentes oportunidades de intervención.
Así lo ha dicho hoy el psiquiatra y epidemiólogo, investigador en el Programa de Inferencia Causal (CAUSALab) de la Universidad de Harvard, Gonzalo Martínez-Alés, quien, junto a la jefa de Servicio de Psiquiatría, Psicología Clínica y Salud Mental del Hospital Universitario La Paz, María Fe Bravo, ha ofrecido una rueda de prensa con motivo de su participación en el curso '¿Qué hacer ante la epidemia de conductas suicidas en los jóvenes? Un enfoque multidimensional en la prevención del suicidio', que se celebra estos días en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Con los últimos datos de suicidio conocidos, correspondientes a 202 y teniendo en cuenta que es muy difícil saber el número de intentos, Bravo ha explicado que durante la pandemia se ha constatado un aumento de las autolesiones, que no siempre tienen una finalidad suicida sino de reacción ante la ansiedad, "muy frecuentes entre adolescentes", y que, junto a los intentos de suicidio, han dado lugar a un mayor número de intervenciones en Urgencias e ingresos.
Así, en el hospital de La Paz, a partir de octubre de 2020, se ha producido un incremento de las urgencias en adolescentes por problemas vinculados a autolesiones e intentos suicidas. Aunque en los adolescentes y jóvenes la causa del suicidio es la primera o segunda, el número es pequeño y proporcionalmente no ha aumentado tanto en España en 2020, alrededor de 4.000, pero en relación a la tasa de población no se ha producido un incremento significativo, ha explicado.
La doctora ha señalado que la pandemia ha incidido en los adolescentes, que rompieron sus rutinas y el contacto con sus compañeros y el estar más tiempo con familiares ha sido "un catalizador de conflictos", si bien hay que tener en cuenta el impacto de las redes sociales, aunque analizar sus efectos positivos y negativos "no es fácil".
En este sentido, la doctora Arancha Ortiz ha apuntado, entre los efectos "menos positivos", la exposición a modelos muy idealizados que pueden generar frustración, pero también permiten el contacto con los demás miembros del grupo, además de que son utilizadas por los adolescentes para pedir ayuda.
INTERVENCIÓN TEMPRANA
Para los expertos es fundamental contextualizar las conductas suicidas como un problema de salud pública, intervenir de forma temprana, en menos de una semana, y con mayor intensidad, y darle continuidad a la atención. Y si el problema está originado por una crisis, es necesario articular medidas de apoyo.
En este sentido, Bravo ha indicado que muchos intentos de suicidio responden a problemas adaptativos -crisis, rupturas, etcétera-- que no siempre tienen continuidad en el tiempo, por lo que actuar de manera temprana tiene un efecto positivo y reduce intentos posteriores.
Por ello ha defendido que los programas de prevención tienen que actuar a diferentes niveles, clínicos, pero también de salud pública y sociales, limitando el acceso a métodos lesivos. Por ejemplo, los plaguicidas son el método de suicidio más prevalente en el mundo.
En el caso de los adolescentes ha subrayado la importancia de intervenir desde la educación para evitar el bullying y que no se focalicen en la modelización.
A nivel general, Bravo ha asegurado que en España la atención a estos problemas está "garantizada", pues además de la red de salud mental está la red de atención primaria que tiene competencias para atender y derivar aunque la ratio de profesionales es menor que en otros países.
Al respecto, ha apostado por priorizar las atenciones más graves, como depresiones o ansiedad, desde los recursos de salud mental y el autocuidado a través de la atención primaria.