CIUDAD REAL, 7 Jun. (EUROPA PRESS) -
Ninguno de los seis agentes, tanto de la Guardia Civil como de la Policía Local de Miguelturra, que detuvieron a F.B. en la madrugada del 14 al 15 de noviembre de 2014 tras asestar ocho puñaladas a la que entonces era su pareja sentimental, aunque estaban en trámites de separación, apreciaron en el hombre "síntomas de embriaguez".
Así lo han ido corroborando uno tras otro en la segunda sesión del juicio que se ha celebrado este miércoles en la Audiencia Provincial de Ciudad Real, en contraposición con lo que sostuvo durante su declaración el acusado, quien achacó a la bebida el hecho de no recordar nada de lo sucedido durante la agresión hasta que vio a su hija menor intentando quitarle el cuchillo con el que trataba de lesionarse.
Esos han sido algunos de los principales testimonios de la segunda sesión del juicio, por la que ha pasado también la médico de cabecera que pasó consulta con F.B. cuatro días antes de que se produjera la agresión y que lo derivó al servicio de Psiquiatría del Hospital General de Ciudad Real, donde tenía cita interconsulta el día 20 de ese mismo mes.
La doctora, que no recordaba al acusado por lo que ha ratificado el informe que realizó en su momento, ha apuntado que el procesado le refirió una posible depresión relacionada con problemas de pareja, por lo que solicitó la interconsulta, si bien ha indicado que nada hacía prever la agresión a su pareja o a sí mismo, "porque entonces el protocolo es derivarlo a Urgencias del Hospital General de Ciudad Real por una posible autolisis".
Tampoco apreció esa posibilidad de agresión el guardia civil que se encontraba en el cuartel de Miguelturra cuando F.B. se presentó para que se hiciera constar "que su pareja lo quería echar de su casa aunque la pagaban los dos". "Sólo quería que constara para el juez por si al final ocurría, pero no quiso presentar denuncia", ha indicado el agente.
OCURRIÓ EN LA COCINA
Por su parte, el responsable de la inspección ocular ha ratificado en el juicio que la habitación de la vivienda en la que se produjo la agresión fue la cocina porque es donde se encontraron signos de lucha por las sillas descolocadas y salpicaduras de sangre con direccionalidad.
Además, otros agentes que atendieron a la víctima en un primer momento han hecho hincapié en el importante número de cortes que presentaba la víctima "que incluso le impedían hablar porque escupía mucha sangre", siendo el más importante el que presentaba en el cuello, mientras que el agresor sólo tenía una herida "leve" autoinfligida en el abdomen.
En esta sesión también han declarado dos hermanos y una cuñada de la víctima, quienes han reconocido que la relación entre la pareja no era buena aunque las amenazas de muerte que le escucharon proferir sobre la que era su pareja pensaron que "eran de cachondeo".
El juicio continuará este jueves, cuando está previsto que quede visto para sentencia, con la declaración de peritos y las conclusiones definitivas de las partes.
Por los hechos ocurridos en la madrugada del 14 al 15 de noviembre, la fiscalía acusa a F.B. de intento de asesinato, dos delitos de maltrato (habitual y familiar) y un cuarto continuado de amenazas, por lo que solicita una pena de 20 años de prisión, una indemnización de 89.000 euros para la víctima, retirada de la patria potestad de la hija en común y orden de alejamiento de la víctima y sus hijas.