CUENCA, 6 Mar. (EUROPA PRESS) -
La presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid, María Rey, ha reivindicado la memoria del periodista conquense Ricardo Ortega en el 20 aniversario de su muerte, recordándole como un cronista y reportero que siempre estaba "en el núcleo del sufrimiento" para contar la información y allí donde "podía removerte el corazón".
En declaraciones a Europa Press, Rey le ha recordado como "un hombre de ciencias, extraordinariamente inteligente, con mucha inquietud y mucha curiosidad", algo que asegura fue "heredado de su madre, una mujer muy brillante e intelectualmente muy activa".
Una persona "que se interesaba por todo lo que le rodeaba" y que una vez en Moscú para continuar sus estudios de Física Nuclear, hizo movimientos para acercarse el Periodismo y poder contar el inicio de la década de los 90 en la convulsa Unión Soviética.
"Le interesaban los medios, aprendió muy rápido ruso porque tenía una cabeza extraordinaria y quería ayudar", rememora, razón por la cual empezó a traducir teletipos y a "enriquecerlos".
Tras dar el salto a Antena 3, "empieza a hacer crónicas que brillan desde el minuto uno", con "mucho nivel de detalle y gran capacidad de análisis y de comprender la situación rusa", lo que le llevó incluso a cubrir el conflicto en Chechenia.
Recuerda en este punto la anécdota en la que ella le instó, a modo de sugerencia, a ilustrar con imágenes sus palabras. "Le dije que, para contar el nivel de necesidad que estaban pasando, que abriera una nevera y la enseñara vacía. Pero fue un simple comentario a modo de ejemplo. Y en la crónica del día siguiente, abrió una nevera que estaba vacía. Era una esponja".
Aunque el compañero no tenía formación como periodista, asegura Rey que aprendía más rápido que ella, hasta llegar el momento en el que ella misma no podía "enriquecer más" sus crónicas, toda vez que había conseguido un gran lenguaje televisivo "y con una profundidad de rigor y de contenido en la información" que se hacía difícil de superar.
"La tele te obliga a hablarle a la cámara pensando en quién está detrás, no en el aparato, sino en las personas que te están escuchando, y él consiguió trascender con su lenguaje", afirma la periodista.
Tras "superar todas sus inseguridades, propias de quien está empezando", consiguió unos directos "cada vez más ricos, más extraordinarios y con una capacidad de reacción estupenda", hasta convertirse en "un admirado y queridísimo compañero".
"ESTARÍA SALTANDO ENTRE GAZA Y UCRANIA"
De tener la suerte de contar en la profesión con Ortega, María Rey no tiene ninguna duda de que ahora seguiría ejerciendo el reporterismo y estaría "saltando entre Gaza y Ucrania" para contar sendos conflictos yendo de un sitio a otro. "Era una persona comprometida con las injusticias y con una empatía brutal, con la cámara y con las personas", asevera la presidenta de los periodistas madrileños.
Por esa forma de ser, "donde iba establecía una serie de vínculos" consiguiendo la confianza de las personas que estaban sobre el terreno, lo que le hacía conseguir testimonios y meterse en lugares "donde los demás no se habían metido", convirtiéndose en "un físico-corresponsal de guerra que creó escuela".
"SEGUIRÍA COMPROMETIDO"
No tiene ninguna duda de que Ricardo seguiría con un pie en el frente y ahora trabajando como 'freelance'. Y lo haría "comprometido", haciendo su trabajo "profesionalmente" y consiguiendo "hacer llegar el mensaje", algo que conseguiría gracias a "su conexión con la justicia social".
"Su reivindicación no tenía nada que ver con ideologías, sólo con denunciar lo que era obviamente una injusticia", añade.
Así, insiste en que "cuando el poder o los intereses económicos y políticos se superponían por encima de las necesidades de las personas"; al tiempo que defiende que el reportero "difícilmente hacía una crónica delante de un edificio oficial".
LA "DECEPCIÓN" DE LA JUSTICIA
María Rey califica como "una decepción" el momento en el que la justicia española decide archivar la causa por falta de pruebas. "Me hubiera gustado que se hiciera más justicia, pero no hay justicia en un conflicto, ni para quienes la sufren en primera línea ni para los demás".
También recuerda la salida de la corresponsalía neoyorkina como un momento "muy doloroso" y el inicio de un proceso "imparable" de lo que le ocurriría después.
Recuerda que a Ricardo "no se le podían dar instrucciones porque tenía un criterio por encima de todo lo demás", admitiendo que podía ser "un personaje incómodo para cualquiera de cualquier color político". Era, ha dicho, "su forma de estar en la vida" y que tenía que ver "con su nivel de compromiso".
En todo caso, asegura que la muerte del periodista "no fue en vano", porque sí que sirvió para que las empresas periodísticas "estableciesen una serie de colchones de seguridad" entre sus corresponsales.