GUADALAJARA, 28 Nov. (EUROPA PRESS) -
Los técnicos del Centro de Restauración de Albarracín han estado trabajando durante cuatro meses en la recuperación del retablo que preside el altar mayor de la iglesia Santa María la Mayor de San Gil, en la localidad guadalajareña de Molina de Aragón, siendo este uno de sus bienes más destacados.
Se trata de uno de los templos más antiguos de la población y el de mayor tamaño, que tras los diferentes avatares históricos ha sufrido numerosas transformaciones.
En 1811, durante la Guerra de la Independencia, la iglesia fue saqueada por las tropas francesas. En 1915 fue devastado por un incendio que provocó el hundimiento de las naves y los techos, además de la destrucción de todos sus elementos decorativos, hasta que en 1924 fue reconstruida y reinaugurada.
El pasado mes de julio, tras más de veinte meses de su más reciente restauración, se volvió a abrir al culto. El retablo sobre el que se ha intervenido, fabricado en la Escuela de Sigüenza, está fechado en el año 1621, ha informado la Fundación Santa María de Albarracín en un comunicado.
La peculiaridad de este mueble es que no fue diseñado específicamente para este espacio, sino que su instalación en el templo data del año 1979, procedente de su ubicación original en la iglesia del municipio de El Atance, hoy sumergido bajo las aguas del pantano con el mismo nombre.
Es una obra de estilo renacentista, de transición al barroco, dedicado a la Asunción de la Virgen, que ha sido objeto de diversas alteraciones, fruto de antiguas intervenciones, entre ellas una importante modificación realizada a principios del siglo XX por los Hermanos Albareda, que integra una serie de elementos como una tabla que representa la Última Cena que, aunque no corresponde a la fábrica original, se ha conservado porque ya forma parte del conjunto.
Además de acciones relacionadas con el uso y mantenimiento del bien, una gruesa capa de polvo, suciedad y repintes de alguna otra intervención anterior desvirtuaban el aspecto estético del retablo.
Tras la limpieza mecánica y química, los restauradores han procedido al levantamiento de las capas de repinte, que ocultaban su excelente policromía original, siendo esta uno de los aspectos más destacables del retablo.
Han sacado a la luz decoraciones que se encontraban ocultas, como dibujos florales o una figura humana en algunas de las hornacinas.
Paralelamente, se han afianzado ensamblajes y uniones, se han realizado reintegraciones volumétricas, nivelando las lagunas con estuco y, finalmente, se ha procedido a la reintegración pictórica con la técnica del rigattino, a base de pequeñas rayas verticales y paralelas, realizadas con colores puros de acuarela, que a cierta distancia no se distinguen, siguiendo el criterio de discernibilidad y la mínima intervención.
Este proyecto ha sido promovido e impulsado por la parroquia de Molina de Aragón y financiado a través de los acuerdos de la Comisión Mixta entre la Junta de Castilla la Mancha y el Obispado de Sigüenza-Guadalajara.