TOLEDO, 8 Nov. (EUROPA PRESS) -
La exposición 'Cisneros. Arquetipo de Virtudes-Espejo de Prelados' que rinde homenaje al cardenal en el quinto centenario de su muerte ha quedado inaugurada este miércoles en la Catedral de Toledo, donde permanecerá hasta el próximo 18 de febrero de 2018.
El vicepresidente primero del Gobierno regional, José Luis Martínez Guijarro; el consejero de Educación, Cultura y Deportes, Ángel Felpeto; el arzobispo de Toledo y Primado de España, Braulio Rodríguez; la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, o el deán de la Catedral, Juan Miguel Ferrer, entre otras personalidades de todos los ámbitos de la sociedad toledana, han asistido al acto inaugural.
Esta exposición cuenta con más de 350 piezas entre las que se encuentran cuadros, esculturas, piezas de orfebrería, tejidos y documentos que están ubicados en diferentes zonas de la Catedral e ilustran acerca de la figura del que fuera Cardenal Primado entre los años 1495 a 1517.
La selección de piezas de la exposición proviene de distintas colecciones privadas y públicas, museos, iglesias o conventos y han sido seleccionadas siguiendo criterios modernos de museografía de manera que el espectador, una vez recorrida la misma, tenga una gran aproximación a la figura del Cardenal y su época, ha informado la Junta en un comunicado.
Algunas de estas piezas provienen de otros lugares cisnerianos y de colecciones particulares de diferentes puntos de España, que nunca han sido expuestas, además del propio Tesoro Catedralicio, del Archivo Diocesano del propio Archivo Municipal.
La visita incluye, además, un recorrido por los espacios del Templo Primado que el cardenal mandó levantar o en los que medió para su construcción o remodelación, entre ellos destacan el Altar Mayor, la Sala Capitular, la Capilla Mozárabe y la nueva sala del Tesoro con la Custodia procesional de Enrique de Arfe, ha recordado el Ayuntamiento en un comunicado.
Francisco Jiménez de Cisneros fue cardenal, arzobispo de Toledo y primado de España y tercer inquisidor general de Castilla, perteneciente a la Orden Franciscana. Además de confesor de Isabel la Católica, fue regente de la Corona de Castilla tras las muertes de Felipe el Hermoso y del Rey Fernando el Católico. Murió esperando la llegada de Carlos I, al que nunca llegó a conocer.