BURGOS, 31 Dic. (EUROPA PRESS) -
El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, ha hecho un llamamiento a todos los fieles para que eleven sus oraciones por el eterno descanso del Papa emérito Benedicto XVI que ha fallecido este sábado, 31 de diciembre, a los 95 años y ha agradecido a Dios su vida y ministerio.
Y, a la espera de fijar una fecha concreta para la celebración de un funeral diocesano, la Archidiócesis de Burgos ha confirmado que la Catedral acogerá un funeral en recuerdo del papa emérito la próxima semana. Además y según han informado las mismas fuentes, el arzobispo encomendará el alma del 'papa teólogo' en la misa que tiene previsto presidir mañana, solemnidad de Santa María Madre de Dios, a las 19.30 horas en la Catedral y ha solicitado a los sacerdotes ofrecer la eucaristía en sufragio por el alma del difunto Papa.
Asimismo, en un mensaje de agradecimiento escrito tras conocerse el fallecimiento de Joseph Ratzinger, Iceta recuerda que recibió de Benedicto XVI su nombramiento como obispo auxiliar, primero, y titular, después, de la Diócesis de Bilbao, rememora que pudieron compartir juntos "muchas anécdotas" y expresa su "profunda admiración" e "inmensa gratitud" por lo que ha resumido como "una vida larga que ha sembrado de bien el camino de la Iglesia y la historia de la humanidad".
"No tenga miedo. Vaya con paz porque el Señor le envía y yo también le envío, me dijo poco después del nombramiento, sosteniendo mis manos entre las suyas, con su mirada cálida y profunda y su rostro que inspiraba paz y confianza", rememora el hoy arzobispo de Burgos a modo de ejemplo de sus conversaciones con Ratzinger.
"La vida y el Magisterio de Benedicto XVI han sido luminosos y fecundos --añade Mario Iceta en su escrito--. La altura de su pensamiento ha suscitado un apasionado diálogo con todo tipo de corrientes de pensamiento y ha sido referencia para teólogos y pensadores, creyentes y no creyentes. Una obra teológica imponente fruto de una fe apasionada vivida en la cotidianidad del amor y el servicio".
Para Mario Iceta, el amor a Dios de Benedicto XVI se ha plasmado en el "cuidado delicado por la liturgia que vivía con profundidad" a lo que añade que su "amor y servicio a toda persona que busca y sufre en oscuridad ha quedado reflejado en sus encíclicas que abren el camino a una humanidad nueva y abrigan el alma en los momentos difíciles generando una nueva humanidad".