VALLADOLID, 1 Ago. (EUROPA PRESS) -
El presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, ha remitido una carta al jefe del Ejecutivo nacional, MAriano Rajoy, tras conocer que se ha decidido no renovar la autorización de explotación de la central nuclear de Santa María de Garoña, en Valle de Tobalina (Burgos), que cerrará definitivamente.
La carta dice así:
Estimado presidente:
El ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital me ha informado sobre la decisión del Gobierno de denegar la continuidad de la Central de Garoña que hoy se hace pública. Algo que sinceramente lamentamos y no podemos compartir, porque como bien conoces, desde la Junta hemos venido defendiendo estos años esa continuidad solicitada en su día por los propietarios de la Central, esencialmente por la actividad y el empleo que su operación supone.
Eso sí, siempre lo hemos hecho desde la condición necesaria previa de la plena garantía de su seguridad para las personas y para el medio ambiente, según los criterios objetivos y técnicos del CSN, único organismo competente en España en materia de seguridad nuclear y protección radiológica. El cual, en su dictamen de febrero de este año, informó favorablemente la renovación de la autorización de la planta, condicionada a la ejecución por sus propietarios de una serie de inversiones.
Todavía el pasado 17 de julio, en nuestra contestación al trámite de audienciasobre la renovación de esa autorización, reiterábamos esas mismas razones de la seguridad y de los efectos positivos para la actividad económica y el empleo directo e indirecto en toda su área de influencia, en el norte de la provincia de Burgos.
Teniendo en cuenta además la ausencia de plan económico y social alternativo para paliar los efectos del cierre en toda esa zona. Algo que de ninguna manera puede quedar limitado a la actividad y el empleo que temporalmente genere el desmantelamiento de la central, como se ha llegado a plantear en una visión cortoplacista e inaceptable del pan para hoy y hambre para mañana.
En todo este tiempo hemos sido conscientes de la soledad social y política a la que poco a poco se ha ido abandonando a Garoña. Alfo que sorprendentemente se extendió a sus mismos propietarios a través de Nuclenor. Destacando a este respecto los cambios de posición de Iberdrola. Que primero expresó su voluntad de seguir operando la central y solicitó para ello la renovación de la autorización. Y que más tarde decisió desisitir de esa solicitud con el objetivo de cerrar la planta. Un cambio de posición que se hizo público antes de conocerse las condiciones de la posible autorización del Gobierno. Y que se supone motivado por considerarla primero rentbale y viable y luego ya no rentable ni viable. Pero cuyas auténticas razones no podemos valorar en la medida que la eléctrica no ha tenido ningún interés en explicar y contrastar con nosotros esos nuevos criterios.
Es verdad que en el periodo de alegaciones abierto por el Gobierno antes de tomar la decisión sobre la solicitud de repartura y nuevo plazo de actividad, han sido pocas las favorables a la continuidad de garoña: municipios del entorno, sindicato UGT, Junta de Castilla y León, entre ellas. Y más numerosas las contrarias a ella: distintas instituciones y entidades, incluidas algunas comunidades vecina a la nuestra, al parecer con mejores y más pedregosos argumentos que los nuestros, y queinlciso pretende tener un criterio mejor y superior al Consejo de Seguridad Nuclear en relación a la seguridad de la planta.
Además, también están siendo muy abundantes las iniciativas políticas e incluso parlamentarias que instan al Gobierno a paralizar el proceso de evaluación de la autorización para prolongar la vida últil de Garoña, o directamente impedir su reapertura y a decidir su cierre definitivo. Incluso esta en tramitación una PNL para que ese cierre sea una obligación legal, presentada por el PSOE, y que supondría contar con el apoyo de la mayoría de los grupos del Congreso.
Todo lo anterior coloca a Garoña en una falta total casi de apoyo, incluso en numerosos ámbitos sociales, económico y políticos de esta Comunidad y de la propia provincia de Burgos. Es la clamorosa soledad a al que se ha condenado a Garoña.
Por eso, estimado presidente, me duele de manera especial que deba ser el presidente del Gobierno el que aparezca como responsable de un cierre para el que tantos otros han trabajado mucho más intensamente. Y entré ellos los propietarios de la central que con sus dudas, cambios de opinión y desistimiento virtual, son los verdaderos causantes del cierre.
Dicho esto, no me corresponde a mí enmendar las opciones de política energética que forman parte de los programas de Gobierno para la nación. Ni debatir con el Gobierno si es necesario o no la aportación de una pequeña central como Garoña. Ni dar lecciones sobre cómo debe garantizar a través de las distintas fuentes de producción el suministro de la energía que necesitamos, la menor dependencia exterior en el acceso a la misma y la mayor competitividad de la economía.
Unas cuestiones estas que por cierto es muy necesario tener en cuenta en las decisiones ya urgentes queel Gobierno debe tomar en torno al futuro de nuestro carbón nacional y nuestras centrales eléctricas. Con los que el sentido común exige que hay que seguir contando. Y cuya aportación al mix energético de España ha demostrado imprescindible en los últimos meses.
Una vez adoptada la decisión de denegar la continuidad de Garoña y por tanto iniciado el camino a su cierre definitivo y desmantelamiento, nos importa mucho conocer cómo se va a llevar a cabo ese proceso. Y que planes existen sobre los residuos nucleares más sensibles que hoy se encuentran en la que va a dejar de ser una instalación de producción y pasar a un almacén de esos materiales. Una situación cuya posible compensación estudiaremos si cabe aplicar algún tributo de naturaleza medioambiental.
Asimismo, nos interesa saber si la decisión de cierre contempla alguna fómrula para que los municipios del entorno de la Central de Garoña sigan contando conlas ayudas económicas que hatsa este momento han venido recibiendo, prorrogada esa compensación por lo menos hasta el total desmantelamiento de la planta.
Por último, lo más importante. En coherencia con la defensa que hemos hecho estos años sobre la continuidad de la central, quiero reiterarte, estimado presidente, los graves efectos negativos que van a producir su cierre, tanto sobre la actividad económica como muy intensamente sobre el empleo, en particular en el área de influencia dee la planta.
Por el mismo razonamiento, y porque para nosotros si son imporantes los problemas territoriales que esta cuestión general, la Junta debe exigir al Gobierno que en paralelo a la decisión de cierre, comprometa la definición, presentación y desarrollo urgente de un plan de reindustrialización para la zona, que ofrezca alternativas posibles y vables para la generación de riqueza y empleo. Un plan que cuente con la implicación y recursos de las distintas administraciones. Y creo que es obligado también con los apoyos y proyectos de los propietarios de la central.
De esta manera, si bien nuestro deber ahora es disentir y lamentar la decisión de cierre, podremos desde este momento compartir la voluntad de trabajar juntos para evitar que los efectos de ese cierre produzcan un desierto económico y demográfico en una hermosa zona de esta Comunidad que hasta hora ha contado con esta fuente de actividad, riqueza y empleo.
Agradezco mucho tu atención a esta carta, en la que no he podido evitar el sentimiento de decepción y de cierto abandono que esta situación me produce. Y quedo a tu disposición en relación en cuanto en elle he expuesto.