Cinco platos típicos para 'saborear' la Semana Santa en Castilla y León

Archivo - Un hombre como un plato de potaje de vigilia.
Archivo - Un hombre como un plato de potaje de vigilia. - Jesús Hellín - Europa Press - Archivo
Publicado: viernes, 11 abril 2025 11:29

    VALLADOLID, 11 Abr. (EUROPA PRESS) -

   La Semana Santa de Castilla y León es una de las más importantes de España por su tradición y arte sacro, que atrae a la Comunidad a miles de visitantes que pueden también disfrutar de una rica gastronomía que en esta época cuenta con exquisitos platos típicos más allá de las dulces torrijas.

POTAJE DE VIGILIA

   El potaje de vigilia es un guiso que tradicionalmente se ha servido los viernes de Cuaresma --período litúrgico que comenzó este miércoles-- debido a la prohibición religiosa de comer carne durante este tiempo y que con el paso de los años fue aliviándose para limitarse sólo al quinto día de la semana.

   Se trata de un plato que se elabora en distintas zonas de España, pero que en Castilla y León siempre ha tenido un especial arraigo. La receta más extendida se realiza a base de garbanzos, guisados en un pote u olla con espinacas y bacalao en salazón y aunque sigue vinculada tradicionalmente con el período de Cuaresma y la Semana Santa, su elaboración se extiende ya a todos los meses de frío.

   En la Comunidad se producen dos variedades de garbanzo como el Pedrosillano --en la zona de Pedrosillo el Ralo (Salamanca)-- y el de Fuentesaúco (Zamora) que cuentan con marca de calidad y que pueden ser las más adecuadas para la elaboración de este plato.

DOS Y PINGADA

    La capital zamorana revivirá en el Domingo de Resurrección una de las principales tradiciones de su reconocida Semana Santa, en este caso ligada a la faceta culinaria con la degustación del dos y pingada en honor a Cristo resucitado. Se trata de un plato típico, sencillo y contundente elaborado a base de huevos, jamón serrano y pan.

    El dos y pingada se sirve como almuerzo en la mañana del Domingo de Resurrección, después de la procesión del Encuentro en el barrio de La Horta. Este plato tiene que degustarse recién hecho y consiste únicamente en dos huevos fritos, en dos o tres magras de cerdo --la costumbre emplea jamón serrano fresco o en proceso de curación-- pasadas por la sartén, y pan, en un símbolo al final de las jornadas de abstinencia características de la Cuaresma.

   En la actualidad, los bares y restaurantes de Zamora elaboran miles de raciones del tradicional dos y pingada en una jornada que llena las calles de la capital en el colofón de la Semana Santa.

SOPAS DE AJO

   Otro imprescindible de la Semana Santa es la sopa de ajo. En la Pasión de Zamroa es común comerlo en la madrugada del Viernes Santos, en una parada de la procesión de Jesús Nazareno. Esta receta se prepara con caldo, ajo, pimentón, aceite de olvia, mantena, pan de días precios, huecos y jamón cortado en taquitos.

   Si bien las sopas de ajo tiene distintas variantes en diversas zonas de España, su origen es castellano. Además es un plato típico para los días fríos tan comunes en el invierno de Castilla y León, donde los jornaleros lo tomaban antaño de almuerzo.

PATATAS VIUDAS

   El plato típico de las patatas viudas también está vinculado a la Semana Santa en la Comunidad. Y es que, por la abstinencia de carne durante la Cuaresma, se desarrollo esta receta sencilla y libre de ingredientes cárnicos.

   Patatas, cebolla, ajo, pimentón y caldo de verduras o agua componen este plato típico que lleva en su nombre el término 'viudas' en esa alusión a la ausencia de carne. Se trata de un propuesta gastronómica de bajo coste, fácil preparación y con exquisito sabor.

HORNAZO

    Como cada año por estas fechas, Salamanca celebra el final del ayuno de la Cuaresma y la abstención de comer carne con su tradicional hornazo, un producto muy ligado al pueblo salmantino habitual también en las meriendas del 'Lunes de Aguas', el siguiente lunes al de Pascua en el que se festeja el regreso de las meretrices a la capital del Tormes.

   De origen rural y habitual en las prolongadas jornadas de trabajo en el campo y en el zurrón de los pastores, el hornazo es una especie de empanada rellena de los típicos productos de la chacinería charra, como chorizo, salchichón, lomo o carne, e incluye otros productos como el huevo, comparado en ciertas épocas con la carne por lo que se conservaba cocido para que ser consumido tras la Cuaresma.

   Tradicionalmente salado, también destaca como inusual el hornazo de Cepeda, pueblo de la Sierra de Francia, ya que está cubierto de azúcar lo que añade atractivo a este producto y favorece un contraste de sabores con la chacina.

   No obstante, la familia de los hornazos castellanos se extiende también a provincias como Ávila o Zamora, donde son habituales en el Valle del Tiétar o en las comarcas de Sayago o Aliste.

   Además, en los pueblos de la provincia de Salamanca es tradición también elaborar los hornazos en los hornos de leña de las panaderías artesanales y hasta hace poco las mujeres llevaban los ingredientes mientras que el panadero ponía la masa, el horno y su saber hacer.

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