VALLADOLID, 21 Mar. (EUROPA PRESS) -
El Juzgado de lo Penal número 3 de Valladolid ha condenado a dos años y cuatro meses de cárcel al camionero portugués, Andrés dos S.C, que el 25 de febrero de 2016 arrolló a dos ciclistas, con el resultado de un fallecido y un herido grave, al distraerse el transportista e invadir el arcén por el que transitaban los dos afectados.
En su sentencia, apenas veinticuatro horas de que el juicio quedara visto para sentencia, el juzgador considera que el camionero es autor de un delito de homicidio por imprudencia y otro de lesiones por imprudencia grave y, amén de los veintes meses de cárcel por el primero y los ocho meses por el segundo, acuerda imponerle la privación del carné de conducir por espacio de tres años y un mes, a razón de veinte meses por el primer delito y diecisiete por el otro, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.
A ello se suman, en concepto de responsabilidad civil, las indemnizaciones correspondientes, con responsabilidad civil directa de Allianz y subsidiaria de Transportes Couto S.A. y Transportes Nordestinos LDA. En concreto, más de 232.000 euros para la familia de Jesús Negro, de ellos 50.400 para su padre, 15.400 para cada uno de sus tres hermanos y más de 126.000 para su entonces pareja sentimental, al reconocer el juez la relación de pareja que había.
El ciclista que salió vivo, Aitor Martínez, recibirá un total de 102.000 euros, a los que se suman otros 2.630 que ya recibió por daños.
El fiscal y las acusaciones particulares habían pedido una condena de entre tres y cinco años de prisión tras considerar plenamente probado que el 25 de febrero de 2016, fruto de una distracción grave, invadió el arcén por el que circulaban dos ciclistas.
Los tres acusadores, el fiscal y los letrados del fallecido, Jesús Negro, y del herido, Aitor Martínez, coincidían en que de la prueba pericial y testifical queda plenamente probado que el día de autos el transportista luso, cuando circulaba por el carril derecho de los dos existentes en la Autovía VA-30 (A-62 Cabezón de Pisuerga-A-62 Arroyo de la Encomienda), en la Ronda Exterior, invadió el arcén a causa de una posible distracción y llegó a impactar con el primero de los dos ciclistas.
Las acusaciones fundamentaron su postura en las periciales de la Guardia Civil, que sitúa el punto de colisión en el arcén, y de los forenses, que mantienen que el fallecido recibió un impacto que le despidió contra el guardarrail, protección que actuó como un cuchillo y seccionó la columna vertebral, así como en las declaraciones de los testigos que circulaban por detrás del convoy, todas ellas en la línea también de la distracción del transportista y la invasión del espacio reservado a los ciclistas.
Por ello, mantenían que los hechos eran constitutivos de un delito de homicidio por imprudencia y otro de lesiones por imprudencia grave y por ello el fiscal, el letrado del herido y el del fallecido solicitaron tres, cuatro y cinco años de prisión, respectivamente, junto con la privación de carné de conducir del acusado por espacio de entre cuatro y ocho años, petición esta última formulada por el representante de la víctima mortal.
En concepto de responsabilidad civil, con responsabilidad civil directa de Allianz y subsidiaria de Transportes Couto S.A. y Transportes Nordestinos LDA, el fiscal pidió para la familia de Jesús Negro un total de 232.620 euros, de ellos 50.400 para su padre, 15.400 para cada uno de sus tres hermanos y más de 129.000 para su entonces pareja sentimental, así como más de 75.000 para Aitor Martínez, cantidad que elevó desde de los 40.000 iniciales en aplicación de la pérdida de calidad de su vida laboral y de su actividad semiprofesional como ciclista.
El letrado de este último, por idéntico motivo, incrementó igualmente la responsabilidad civil desde los 79.584 hasta los 137.000, mientras que el abogado de la víctima mortal solicitó un total de 227.733 euros, de ellos 126.854 para la novia, 15.000 para cada uno de sus tres hermanos y 54.679 para el padre.
"¡NO SOY UN ASESINO!"
En la parte contraria, la defensa había solicitado un fallo absolutorio y, lejos del "apasionamiento" del que pidió huir para enjuiciar casos de este tipo, basó su solicitud en el testimonio de su cliente, quien el primer día del juicio reiteró que en momento alguno se distrajo ni invadió el arcén por el que circulaban los ciclistas y atribuyó lo ocurrido al "efecto látigo" o rebufo generado por el trailer que conducía.
De hecho, antes de que el juicio quedara visto para sentencia, el transportista hizo uso de su derecho a las últimas palabras para pedir disculpas a las dos familias afectadas y para defender la versión mantenida a lo largo del proceso. "¡No soy un asesino!", advirtió el procesado con emoción contenida.
Pero el momento más emotivo se produjo una vez concluido el juicio, cuando Aitor Martínez, el ciclista que quedó malherido, se acercó al acusado y ambos se fundieron en un abrazo y rompieron a llorar.