SIMANCAS (VALLADOLID), 5 (EUROPA PRESS)
La localidad vallisoletana de Simancas revive este sábado, 6 de agosto, el 'Requerimiento de las siete doncellas', una tradición simanquina que rememora un episodio histórico ocurrido en tiempos de Abderramán II cuando siete doncellas de la villa se cortaron las manos en repudia a un tributo real por el que se las donaba como pago de un peculiar impuesto al califa.
Cuenta la leyenda que al ver a las siete doncellas con la mano mutilada, Abderramán II, el emir o señor de Córdoba, pronunció la famosa frase: "Si mancas me las dais, mancas no las quiero", lo que pudo dar nombre al municipio al que los moros denominaban Bureva --'Septimanca' para los romanos--, según relata Francisco Javier Alonso del Pino en la 'Leyenda de las Siete Doncellas de Simancas'.
Este tributo medieval se aplicó por primera vez en el año 783 cuando el rey Mauregato, que era el hijo bastardo de Alfonso I de Asturias, quiso agradecer al califa Abderramán I su ayuda para auparse al trono astur con la entrega de cien doncellas vírgenes entre las que Simancas debía aportar a siete de sus hijas, que se elegían por sorteo. Con ellas el emir podría renovar su harén, dedicarlas a su servidumbre o venderlas como esclavas.
Aunque los sucesores del rey astur, que fue asesinado cinco años después por los nobles Don Arias y Don Oveco, rechazaron el humillante tributo y lo cambiaron por dinero, el califa Abderramán II volvió a requerir el pago en mujeres en un momento de debilidad del rey leonés Ramiro I, que accedió de nuevo a ese requerimiento de las cien doncellas con el objetivo de evitar una invasión o más guerras.
Fue entonces cuando las siete mujeres de Simancas designadas para el pago en esta ocasión --Leonor, Lucía, Laura, Eva, Isabel, Yolanda e Inmaculada-- decidieron durante su encierro en la torre de una fortaleza árabe cortarse las manos --algunos escritos hablan sólo de la mano izquierda-- para evitar ser entregadas como esclavas al califa, un objetivo que consiguieron.
"Cortémonos los cabellos, cortémonos pues las manos, desfiguremos los rostros con la sangre que manemos. Pongámonos horrorosas y así no querrán llevarnos, no querrán tomar favor si el cuerpo desfiguramos", clamó la mayor a sus compañeras de confinamiento.
Este acto de rebeldía caló en el pueblo y provocó una pelea entre moros, que trasladaron al rey Ramiro otro requerimiento de nuevas doncellas, y cristianos. Los dos ejércitos protagonizaron el 23 de mayo del año 844 la 'Batalla de Clavijo', cerca de Logroño, que terminó al día siguiente con la victoria de las mesnadas del rey cristiano y con la desaparición definitiva del tributo con la promesa de Ramiro I de no volver a usar a las mujeres como pago.
Al parecer, en la noche de la batalla el rey cristiano tuvo una aparición del Apóstol Santiago que le ofreció ayuda para la victoria final sobre los moriscos y por lo que Ramiro I estableció el denominado 'Voto de Santiago' por el que el ejército del rey reservaría al apóstol una parte del botín que se obtuviese de los moros en todas las batallas que se celebrasen.
Cuenta también la leyenda que las siete doncellas cristianas no regresaron a sus casas y quedaron mancas y vírgenes en un convento de monjas.
Ahora, cada 6 de agosto Simancas recuerda este episodio histórico con una representación teatral protagonizada por los propios vecinos. Puerta a puerta, el alcalde visita las casas de las siete elegidas a las que requiere con la frase: "Es requerida por este concejo para ser doncella de Simancas".
Estas siente doncellas visten trajes medievales con los colores del arco iris. Posteriormente en la Iglesia parroquial tiene lugar la Misa solemne en honor del Santo Patrón de Simancas.
Se de la circunstancia de que en el escudo de Simancas se pueden ver siete manos, en recuerdo a la gesta de las siete doncellas.