VALLADOLID, 21 Dic. (EUROPA PRESS) -
La Indicación Geográfica Protegida (IGP) Queso Castellano brinda un producto elaborado con leche de oveja de Castilla y León que sobresale por su "calidad y originalidad", logradas por su buena materia prima y estrictos controles, estandartes de un proyecto que "une" al mundo rural.
Un sabor "único en el mundo", que puede ser intenso a la vez que equilibrado, con moderado gusto ácido, sensación olfato-gustativa vegetal baja y sensaciones moderadas a caramelo o mantequilla, caracteriza los quesos de esta IGP, que es el resultado actual de la tradición milenaria del pastoreo de ganado ovino en Castilla y León para hacer este manjar.
Se trata, asimismo, de un producto conseguido a partir de leche cruda o pasteurizada, y que tiene una intensidad de olor moderadamente alta, con pequeños matices según su edad de maduración, que es de una media de tres meses.
"El sabor del Queso Castellano es muy particular", subraya, en declaraciones a Europa Press, el director gerente de la IGP Queso Castellano, Alberto Manzanares, quien incide en que ello se debe, además de al tipo de queso que se elabore, a la alimentación de las ovejas, las cuales comen en su mayoría alimentos de la Comunidad y pastan en las "praderas y montañas" de las nueve provincias.
Y es que a lo largo y ancho de la Comunidad, con mayor número en Zamora y Valladolid, se cuida a los animales que dan la materia prima, de "buena calidad", que es imprescindible para producir estos quesos. En concreto, son un millar los ganaderos, 20 las cooperativas y 20 las queserías adscritas a la IGP.
El Queso Castellano se comercializó bajo la figura de Marca de Garantía hasta 2020, cuando se consiguió la distinción como IGP al publicarse esta en el Diario Oficial de la Unión Europea, lo que se logró con el impulso de la Federación Castellano Leonesa de Industrias Lácteas, que vio en esto la oportunidad de promover la producción de queso de oveja bajo un distintivo que garantizase al consumidor una mayor calidad y origen de la materia prima y del proceso productivo.
En este proceso, y en la actualidad, ha contado con la "inestimable" ayuda de la Junta a través del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) y la marca Tierra de Sabor , según subraya Manzanares, quien agradece ese respaldo institucional: "Sin su apoyo este proyecto no podría haber salido adelante".
Tras el reconocimiento como IGP, en 2021 se aprobó el reglamento del marchamo, que desde entonces reúne a un grupo de profesionales que "abarca varios miles de familias" y que consigue producir 25 millones de litros de leche anuales, así como elaborar cuatro millones de quesos en el mismo periodo.
En este sentido, el director gerente de la IGP Queso Castellano ha reivindicado que el número de quesos vendidos en los dos últimos años ronda los dos millones, contando con los diferentes formatos, desde piezas de tres kilos, a las de medio o de cuña, que "es el formato más habitual que demanda el consumidor".
Tras ganar terreno en España, la IGP busca con sus productos de "calidad" dar un "salto de manera exponencial a la exportación". "En estos momentos exportamos el seis por ciento del producto y nuestro interés a medio y largo plazo es llegar al 20 o 30 por ciento de exportación", manifiesta Manzanares.
UN MANJAR QUE HACE COMUNIDAD
En ello confía, a la vez que en crecer en inscritos, más cuando en lo que lleva de funcionamiento la IGP ha recibido la solicitud de cinco millones de etiquetas por parte de los productores y ha "unido" al mundo rural al agrupar a parte del sector ganadero para elaborar este producto "propio" y de "una calidad y originalidad" que "desborda la región".
En este contexto, uno de los ganaderos y también productor de queso, adscrito a la IGP, Kuki Moralejo, hace hincapié en el valor de este sector para ayudar a que la gente "se quede en los pueblos", donde se empieza a generar este queso de "cercanía" y "calidad extrema" que se consigue gracias a algo "primordial", el cuidado de los animales.
El público que quiera degustar este lácteo puede diferenciarlo de otros quesos por su etiqueta de IGP, que incorpora un castillo, el título del marchamo y el lema 'Nada más y nada menos que pura leche de oveja', todo ello en color amarillo sobre fondo negro y junto a los sellos de IGP reconocida por Europa y el de Tierra de Sabor, que ensalza aún más su relevancia como producto de Castilla y León, territorio que ofrece el 60 por ciento de la lecha de ovino nacional y donde se hace 1 de cada 3 quesos en España.
Así el Queso Castellano "funciona", como asevera Moralejo, quien confía igualmente en que la IGP siga creciendo. Y es que, tal y como expone, por su parte, el director gerente del sello, se trata de una delicia que "puede estar presente en postres o en platos principales, en todo tipo de ocasión y condición".