Más de 700 ganaderías están inscritas en la IGP que ofrece lechazos de las razas Churra, Castellana y Ojalada
VALLADOLID, 14 Dic. (EUROPA PRESS) -
El lechazo con Indicación Geográfica Protegida (IGP) de Castilla y León, procedente de ovejas de las razas autóctonas Churra, Castellana y Ojalada, se reivindica como el "mejor" por su "exquisita calidad" garantizada por "rigurosos controles" y caracterizada por su carne tierna, jugosa y de suave sabor.
Un total de 721 ganaderías están inscritas en la actualidad a la IGP, establecida en 1997 para certificar la excelencia del lechazo como un "emblema" de la gastronomía de la Comunidad, donde este producto ha permanecido desde tiempos de los romanos.
"Es la identidad gastronómica de esta tierra", subraya, en declaraciones a Europa Press, la directora técnica de la IGP Lechazo de Castilla y León, Beatriz Sánchez, quien resalta que esta figura de calidad indica que el producto procede y se cría en la Comunidad y pertenece a las tres mencionadas razas autóctonas.
Asimismo, a diferencia de otro producto, el lechazo de IGP cumple con un pliego de condiciones que obliga a que los animales, de no más de 28 días, estén alimentados con lecha materna; pesen máximo ocho kilos con cabeza, asadura y epiplón; tengan un engrasamiento concreto, con riñones cubiertos en más de la mitad de su superficie, sean de carne color blanco nacarado o rosa pálido, y estén "gorditos".
Para garantizar estas características, los lechazos se crían en ganaderías extensivas o semiextensivas por toda la Comunidad, donde los ganaderos trabajan "los 365 días al año" pastoreando, cuidando y alimentando a los rebaños, que "aprovechan" el pasto, las rastrojeras, cereales, forrajes o las alfalfas, lo que ayuda a que estén "en excelentes condiciones", a la vez que cuidan los montes.
Después estas ovejas dan de mamar a sus crías la leche materna, "requisito imprescindible" para la IGP, una leche de "escala superior" por la dieta conseguida en los montes y campos de la Comunidad, tal y como explica, por su parte, el presidente de la IGP, José Luis Fraile, quien reivindica la "calidad" de estos lechazos frente a la "cantidad".
"Es muy necesario proteger esta cultura y mantener estos rebaños de razas autóctonas porque es un producto seña de identidad de Castilla y León", agrega al respecto, para incidir en que de esta forma se obtiene un lechazo con IGP que resulta en un manjar de "exquisita calidad".
TIERNO Y SABROSO
Carne "muy tierna, muy sabrosa y hecha para comer en cualquier edad". Estas son las características finales del producto una vez asado, que también tiene beneficios para el consumidor como el aportar proteínas completas de alta calidad; nutrientes esenciales como zinc, fósforo y vitaminas del grupo B, hierro o ácidos grasos esenciales que contribuyen a una dieta equilibrada y a una buena salud cardiovascular.
Esta carne con IGP, "totalmente ecológica", se sitúa así como un producto "estrella", a la vez que "gourmet" y de "cercanía". "Los consumidores consumen un producto que es de gama alta y de los que llaman kilómetro cero, producido en nuestra Comunidad, y es el emblema gastronómico de Castilla y León, con lo cual no se puede pedir más", clama al respecto la directora técnica.
Se trata así de lechazos "perfectos", con "mejor calidad que el resto", que el público puede reconocer gracias a unas vitolas que se colocan en las cuatro patas del animal solo tras pasar "rigurosos" controles en los que se verifica que se cumplen las mencionadas condiciones.
La vitola de la IGP Lechazo de Castilla y León es reconocible por su contorno rojo y la presencia en el medio del logo del Consejo Regulador de la IGP, en el que se puede leer su nombre y ver la silueta del animal en blanco, sobre un círculo cuya mitad superior representa el azul del cielo y la inferior el naranja de la rastrojera sobre la que pastan las ovejas.
RECONOCIDO POR LA UE
Junto a ello, a la derecha se puede ver el logo de la Unión Europea, al ser una figura de calidad reconocida por Europa, lo que supone que esta sometida a una "normativa estricta"; y a la izquierda, el corazón de Tierra de Sabor, la marca de garantía para distinguir los productos de Castilla y León. Por último, en el extremo derecho se sitúan el código de trazabilidad y la fecha de sacrificio.
Estas etiquetas están elaboradas en un papel que se puede meter en el horno sin dañarse, de manera que llegan al plato de comensal con el símbolo que verifica que el producto es de una IGP. En 2023, se etiquetaron 175.000 lechazos con IGP, detalla Sánchez.
En este sentido, la directora técnica de la IGP ha precisado que solo los lechazos de esta marca de calidad pueden ser de las razas autóctonas de Churras, Castellana y Ojalada.
Asimismo, resalta lo "estricto" y "rígido" de los controles que se realizan en ganaderías, mataderos o calificaciones para poder contar con el sello de la IGP y de la Unión Europea. "Detrás de esta vitola hay mucho trabajo", defiende, para destacar, igualmente, la importancia de la IGP en la Comunidad porque ayuda a mantener la "economía rural, la vida de los pueblos y un sistema de producción tradicional".
Todo esto convierte al lechazo de Castilla y León en un producto "insignia" que es de los favoritos en fechas como las navideñas, si bien el presidente de la IGP apuesta por degustarlo en "cualquier celebración".
"Entre amigos, entre familiares, en celebraciones semanales de los padres, de las madres, de los abuelos, de los hijos o de los amigos, se puede celebrar con cualquier cuarto de lechazo, haciéndolo en casa o yendo a algún restaurante, porque el lechazo siempre, solo acompañado con unas patatas fritas, con una ensalada y con un buen vino de nuestra tierra de Castilla y León, es una exquisitez", concluye.