La cinta discurre en una realidad marcada por la austeridad en los alrededores del desierto de Gobi con elementos del 'western'
VALLADOLID, 25 Oct. (EUROPA PRESS) -
El cineasta chino Guan Hu, considerado uno de los pioneros de la sexta generación de directores de este país asiático, plasma en el thriller humanista 'Black dog' la compleja historia de las transformaciones sociales e identitarias de la China moderna a través de una narración que ahonda en conceptos como la redención, los códigos de lealtad y la supervivencia, todo ello al ritmo de canciones emblemáticas de Pink Floyd.
A lo largo de los 110 minutos de duración del filme, que cuenta con pocos diálogos, una perspectiva sobria y elementos que recuerdan al 'western', como espacios abiertos en páramos desérticos y un protagonista errante, el realizador chino ahonda en la historia de un exconvicto que regresa a su ciudad natal, ubicada en el borde del desierto de Gobi, en el noroeste de China.
Mientras trabaja con el equipo local de patrullas caninas para limpiar la ciudad de perros callejeros, entabla una insólita relación con un perro negro, momento en el que estas dos almas solitarias se embarcan juntas en un nuevo viaje al interior de este árido lugar que un día fue un hogar.
Allí, en los días previos al inicio de los Juegos Olímpicos de Pekín, la película de Guan Hu se adentra, con influencias y cameo del maestro Jia Zhangke, en la historia de un héroe sin patria que protagonizará una estimulante aventura en moto en los alrededores del desierto de Gobi.
'Black dog' plasma la realidad austera de las personas que habitan en este pueblo y la evolución de sus vidas con las políticas sociales y económicas impulsadas por el Gobierno de la época para abrirse al exterior en el marco de los Juegos Olímpicos. Esta circunstancia queda reflejada mediante las destacables interpretaciones de Eddie Peng, Tong Liya y Jia Zhang-ke, que dan vida a unos personajes que funcionan en su conjunto, si bien se podría haber explorado con mayor profundidad la evolución de los mismos a lo largo del largometraje.
La figura animal, que es recurrente en la obra de esta cineasta chino --como un caballo blanco en 'Los 800', una vaca en 'Cow' y un perro en esta ocasión--, supone una oportunidad para el director de recordar al público que todos tienen una "parte animal que duerme en su interior".
"Una animalidad que puede manifestarse cuando necesitamos mostrar coraje o desafiar la autoridad, como una especie de naturaleza primitiva que a menudo elegimos dejar dormida. Lo cual me parece lamentable", asegura el realizador en una entrevista del documento de prensa facilitada a los medios.
El responsable de 'Cow' (2009), estrenada en el Festival de Venecia dentro de la seccioón Orizzonti, antes de ganar los premios al mejor guion adaptado y al mejor actor en el Festival de Cine de Taipei Golden Horse, presenta en su nuevo largometraje un thriller humanista sobre la redención, los códigos de lealtad y la supervivencia, a golpe de espacios abiertos en los que late la compleja historia de las transformaciones sociales e identitarias de la China moderna.
El filme se proyectará este viernes, 25 de octubre, en el marco de la Sección Oficial del festival, si bien este jueves tuvo su pase de prensa, en el que el público vallisoletano dedicó un entusiasta aplauso al largometraje del también director de 'Dirt' (1994), cuya cinta 'Eyes of a Beauty' (2002) formó parte del ciclo dedicado por Seminci al cine chino.
PRECISIÓN REALISTA
En relación con la precisión realista con la que Guan Hu retrata la realidad de las vidas de las personas en sus películas, el director remarca que, ante todo, esta es una película de autor. "Es un filme nacido de mi observación personal, a través del cual examino los cambios que han ocurrido en China durante los últimos veinte años, así como sus repercusiones, ya sean positivas o negativas, sobre el individuo", remarca el director.
De esta forma y viviendo en China, Guan Hu afirma haber sido sido testigo del desarrollo del país en las últimas décadas, motivo por el que ha sentido curiosidad por saber cómo era la vida de las personas que vivían fuera de las grandes ciudades o en las regiones más remotas de su país durante este periodo.
"Inevitablemente, ha habido personas dejadas de lado. Lo que también me interesaba era tratar de comprender qué mantenía con vida a estas personas marginadas y qué les ayudaba a sobrevivir", lamenta el director de 'Black dog'.