BARCELONA 28 May. (EUROPA PRESS) -
Desde primera hora de la tarde el auditorio del Fòrum de Barcelona se quedó pequeño para albergar los conciertos del X Festival Primavera Sound y, a pesar de que para el concierto de Low se podía reservar entrada por dos euros --y se agotaron las reservas--, eran eternas las colas de gente que esperaba entrar.
El mismo sistema de reserva harán mañana para el concierto-homenaje de los 30 años de 'La leyenda del tiempo', disco de Camarón de la Isla, pero los que quieran asegurarse la entrada tendrán que estar en el Fòrum a primera hora porque los tickets de reserva sólo se venden mañana.
Pocos músicos pueden alardear de haber llenado hasta los topes el auditorio del Fòrum a las 16 horas del viernes, pero Owen Pallett lo consiguió hoy. Conocido como Final Fantasy --hasta que los propietarios del videojuego le pidieron que se cambiase el nombre--, Pallett apareció en escena descalzo para poder pisar con más precisión los pedales con los que creaba 'loops' de teclados, violín y voz, a los que a veces se les añadía una guitarra eléctrica y batería.
Las que tenían tantos cachivaches de percusión como pedales tenía Pallett eran las Cocorosie, etéreas como Björk, excéntricas como Bat for Lashes. Con aires del medievo --salvo el minivestido de cuero de una de ellas--, desplegaron sus encantos en escena: arpa, piano de cola, ristra de aparejos para hacer ruiditos y un impagable 'beatbox' preciso como un reloj que les ponía ritmo discotequero a sus vocecillas de hadas o sopranos, según el momento.
Menos glamurosos son Ganglians, con sus pintas de náufragos y sus canturreos inquietantes, por agudos, que actuaron en el escenario Pitchfork mientras Spoon lo hacía en el San Miguel, tras una bandera italiana con la fecha 1824 impresa en ella. Hagan sus apuestas de por qué.
A falta de que toque Shellac, lo mejor que se vio hoy en el escenario ATP fue a esa mezcla de Kurt Cobain con el timbre de Björk llamada Scout Niblett. Con una voz portentosa y una resultona forma de cantar, sólo necesita acompañarse de su guitarra eléctrica y una mínima batería para sostener todo un concierto de garra contenida.
Mucho menos contenida fue la de Nueva Vulcano, que a media tarde congregaron a un nutrido séquito de fans que, cuando no coreaban las canciones a grito pelado, se manteaban los unos a los otros. Buena muestra del fervor que puede despertar un grupo de aquí. Y cuando los barceloneses se metieron en harina, apurados por uno de los mejores baterías del país, felicitaron a su discográfica por los 20 años y entonaron el "hemos llegado hasta aquí" que reza uno de sus 'hits'.